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miércoles, 19 de septiembre de 2012

EN DEFENSA DE APOSTOLOS MANGOURAS



Estimado Sr. Mangouras:

Ahora que, después de 10 años, se va a celebrar el juicio del Prestige, y de que todo el mundo esté tan preocupado por su comparecencia (o no) en el banquillo de los acusados (noticia aquí), déjeme que le cuente una historia.

Mi padre, fallecido ahora hace tres años y medio, fue un lobo de mar con suerte: nunca naufragó, aunque estuvo a punto alguna que otra vez. Cuando se jubiló, después de 40 años de navegación, se retiró cual héroe griego a las Islas Afortunadas para dedicarse al noble placer del "dolce fare niente". Pero, ya ocioso, otro viejo capitán conocido suyo, también retirado como él, le propuso apuntarse en la lista de una compañía pretrolera para realizar de vez en cuando sustituciones cuando los capitanes titulares se fueran de vacaciones. Mi padre, seguramente picado por el gusanillo marino, más que por necesidad de dinero, aceptó y se apuntó en esa lista de trabajo temporal. Pero, al día siguiente de hacerlo, según él mismo me relató, le entró el pánico y fue a borrarse de inmediato, pensando seguramente que para qué iba a tentar a la suerte, no fuera a ser que el naufragio que nunca se produjo le estuviese esperando en alguna de esas sustituciones esporádicas.

Creo que hizo bien. Pero usted no tuvo tanta suerte, Sr. Mangouras. Según salió publicado en su momento en prensa, usted, con 67 años y ya jubilado (entonces en Grecia todavía se podían jubilar a los 65), decidió aceptar una de esas sustituciones en un viejo petrolero que se caía a trozos y no por quitarse el gusanillo de odiseas, sino porque su hija se casaba y quería, con el dinero de la campaña, pagarles a ella y a su yerno una buena boda y montarles un negocio (una lavandería, según creo). ¡Qué mala suerte!

Ahora, que ya ha cumplido los 77 y que no irá a la cárcel por su edad, todo el mundo está muy preocupado por que comparezca en el juicio, pues seguramente le quieren utilizar como chivo expiatorio de la catástrofe, ya que usted se negó a abandonar el barco y a conducirlo mar adentro, como le ordenaron las autoridades marítimas de este país. Pues bien, quiero explicarle que si mi padre hubiese tenido la mala suerte que usted tuvo y hubiese naufragado en las mismas circunstancias que en las que naufragó usted, también él estaría imputado porque jamás abandonaría su barco y porque nunca hubiese obedecido una orden tan absurda como la de alejar de la costa un féretro cargado de 77.000 toneladas de fueloil que, tarde o temprano, acabaría hundiéndose y desparramándolo todo. Y no hay que ser una lumbrera para saber que, cuanto más lejos se hunda, más se abre el abanico del desparrame y más kilómetros de costa contamina con la marea negra.

¿Qué hubiese hecho él? Me lo explicó mil veces (casi tantas como la maniobra que él hubiese realizado en el Titanic para esquivar el iceberg): exactamente lo mismo que se ofreció a hacer el Sr. Sánchez Lebón, precisamente fallecido ayer en A Coruña (noticia aquí). D. Benigno Sánchez Lebón era el práctico del puerto de A Coruña cuando se hundió el Urquiola, allá por el año 76 y, dada su experiencia en catástrofes petroleras (también vivió la del Mar Egeo), nada más tener noticia de la brecha abierta en el fuselaje del barco, llamó con urgencia a la Capitanía Marítima para ofrecerse voluntario a subir al buque herido de muerte y, junto con su capitán, llevar el barco hasta puerto. Sí, la ría de A Coruña hubiese quedado hecha unos zorros de chapapote, pero se hubiese salvado el barco, la mayor parte del crudo y, sobre todo, los otros casi 1.600 kilómetros de costa, evitando así el desastre ecológico más grande de la historia de este país. Sentido común.

Sentido común que le faltó a la autoridad (política, como siempre), quién quiera que fuera, que dio la orden última de alejar el barco de la costa, pensando ¿qué? ¿Que se hundiría muy lejos, con todo el crudo dentro, y no lo soltaría nunca jamás, excepto pequeños hilillos de plastilina...? A esos, Sr. Mangouras, junto con el armador de un barco medio podrido que permitió que se hiciese así a la mar, es a los que habría que sentar en el banquillo y no a usted que, salvando la estupidez de aceptar comandar un barco ruinoso para poder pagarle la boda a su hija, solamente cumplió con su deber.

Le deseo toda la suerte del mundo y que de verdad se haga justicia porque, si es así, usted será absuelto y otros tendrán que pagar los platos rotos.

Un cordial saludo.

domingo, 3 de junio de 2012

De gintónics y amigos


Querido José Antonio:

Te debía una carta así que, aprovechando que vienes a Coruña de visita, me pongo manos a la obra.

Nos conocemos desde hace doce o trece años pero contigo tengo la sensación de que te conozco de toda la vida, como si hubiésemos compartido pupitres vecinos en la infancia, allá en tu Portugalete natal, o en la juventud de estudios de Derecho y vinitos en Bilbao, ¡aúpa! Hasta tal punto he llegado a sentirlo que a veces me parece recordar aventuras y trastadas propias, vividas en mi juventud, compartidas contigo.

Sé, por amigas y amigos comunes, que no soy el único que disfruta de esa sensación. Supongo que ello es debido a la simpatía, lealtad, cariño y camaradería que vas regalando por ahí a todos aquellos que te conocen. O sea, por obsequiarnos a los demás con tu amistad que, de entre las muchas virtudes que emanan de tu persona, es la que más te representa junto con la generosidad. Que yo conozca, creo que eres la persona considerada como "mejor amigo" por mas gente. Y, si eres uno de los "mejores amigos" de muchos de nuestros amigos, ya no digamos nada de nuestras amigas, porque pocas veces he conocido a nadie con tanta empatía con las mujeres como tú, sinceramente. Virtud esta de la que tú siempre te quejas, alegando que preferirías ser esposo, novio, amante, aventura de verano o rollito de primavera, antes que "mejor amigo". Te gustaría ser un canalla, sí, lo sé. Pero los canallas no tienen la sensibilidad que tú tienes, la fingen. Tú la irradias, la exhalas, la despides por todos los poros de tu piel. En ti es verdadera, sincera, auténtica. Como tú: noble, caballeroso, leal, espontáneo, apasionado, vivo, afable, franco, lleno de bondad.

Eso, chico, es un don, como la fe, se tiene o no se tiene. Solo a ti te llevarán tantas mujeres para siempre en su corazón. Todos tus amigos codiciamos lo mismo, pero nos tenemos que resignar con hacerte hueco a ti, también en nuestros corazones, porque eres un referente. Chapeau!

Y, ya que hablamos de referentes, cada día más, cuando me pongo a escribir y me atasco o me meto en un atolladero, o simplemente quiero escribir una secuencia de la forma más original, tierna o divertida, me pregunto aquello que se preguntaba Billy Wilder sobre Lubitsch y me digo a mí mismo: "¿Cómo lo haría José Antonio?". Creo que ya te dije alguna vez que, algún día, tu forma de escribir, tu estilo, se hará merecedor de un adjetivo en el diccionario de la Real Academia y, ya que las voces "pastoril" y "pastoral" está ocupadas, habrán de inventar el término "pastoriano" o "pastoresco" para describir la ironía, humor, sensibilidad, sentimiento, ternura, emoción y requiebro que destilan tus guiones, cuentos y relatos y que son tu más efectiva y veraz marca de fábrica, tu mirada propia y personal. Otro referente como contador de historias.

En fin, he de confesarte que, cuando me ofrecieron dar clase en la Universidad Europea de Madrid, no hubiese aceptado esos pesados vuelos semanales A Coruña-Madrid y viceversa, si no hubiese tenido esa habitación de invitado permanente (casi okupa) en tu casa, pero sobre todo porque aquellos viajes me daba la oportunidad de tomarme un vino contigo al mediodía y, sobre todo, un gintónic por la noche, un lunes o martes cualquiera, excusa que usábamos para autofotografiarnos y mandar la foto al mayor número de personas que conocemos... Tengo una inmensa colección de fotos sobre esas exaltaciones alcohólicas de la amistad. Y me encantan porque, gracias a ellas, puedo presumir con orgullo siempre que las enseño: "Sí, yo soy amigo de José Antonio Pastor".

Hace poco me pediste que no cambiara nunca. Hoy soy yo el que tiene que pedirte que no cambies, jamás, por favor. Tus amigas y amigos te lo agradeceremos siempre. Gracias por estar ahí. 

Te espero en esta tu casa. Tusa y Nena esperan también, de garras abiertas, a Ona. ¡Bienvenidos!

Un gran abrazo!


lunes, 30 de abril de 2012

Carta a todos los que participasteis en los premios Mestre Mateo 2011



Ante todo, muchas gracias a todas/os!

Tuve la inmensa satisfacción de conocer hace unos años al gran Fernando Fernán-Gómez con el que pasé una de las tardes más emocionantes e ilustrativas de mi vida. Durante las tres horas que duró la tertulia, regada con unas cervezas (las suyas sin alcohol y las mías con todo su lúpulo y demás ingredientes...), saqué numerosas enseñanzas que he tratado de ir aplicando en mi día a día tanto profesional como personal.

La primera de ellas surgió cuando, viéndome nerviosos ante el inminente rodaje de mi primera película de largometraje con actores, me espetó: "No estés nervioso, que dirigir dirige cualquier gilipollas... lo único de lo que tienes que preocuparte es de elegir una buena historia y rodearte de un gran equipo".

¡Sabio consejo! Eso es lo que trato de hacer siempre desde entonces. Y, esta vez, para dirigir la gala de los premios Mestre Mateo 2011 me rodeé de tres de los mejores guionistas que conozco: José Antonio Pastor, Beatriz Iso Amaia Ruiz, con los que escribí los textos de la gala que, con la ayuda también de Jorge Coira (y numerosas aportaciones más de diversos miembros del equipo) quedaron redondeados.

Pero el mayor de mis éxitos como director es haber estado rodeado del mejor de los equipos posibles, unos con el humilde mérito de haber sido elegidos por mí, pero otros incluso con la enorme suerte de haber sido propuestos por terceras personas y haber encajado tan bien.

Quiero dar las gracias, por orden de aparición, en primer lugar al equipo de la Academia capitaneado por la siempre inestimable y única María Liaño, junto con Sara Horta y el concurso de Marisela y Ana a la cabeza. Al equipo de producción (doblete de María y Sara) con la encomiable "primera vez" (en galas) de la jefa de producción Miriam Devesa (seguro que ya se le ha metido el gusanillo del "vivo y directo" en el cuerpo...). 

Por supuesto, también al equipo de dirección comandado por la inmensa Lorena Vilas, fogueada (ella sí) en mil batallas parecidas, cuya presencia me da tal tranquilidad y relax que hace vergonzoso llamar "trabajo" a mi oficio (debería ser "placer").

Mis felicitaciones para todo el resto de los integrantes del estos equipos, ayudantes, auxiliares y también meritorios, especialmente a los venidos de mi querida escuela de Imaxe e Son de A Coruña, cuya labor es fundamental en este tipo de eventos. Y al magnífico equipo de protocolo de Trevisani, con sus azafatas, azafatos y demás, así como al equipo de prensa con Lorena y Esmeralda entre otros.

A los equipos artísticos que supieron traducir y materializar físicamente mis ideas y muchas veces anticiparlas o rebatirlas y, siempre, mejorarlas. Como fue el caso de Antonio PereiraChicha BlancoSaturna e Iria López, y sus respectivos enormes e indispensables equipos de arte, maquillaje, peluquería, vestuario y diseño gráfico y edición de video. Asimismo, no puedo olvidarme de la parte musical con las adaptaciones realizadas por Arturo Kress y Tito Barbeito y sus colaboradores, gracias por poner banda sonora a los premios. Requiere mención especial y en mayúsculas Mercedes Suárez, nuestra gran Chedes, que convierte en hermosas coreografía hasta el último de mis pensamientos y mucho más allá. A ella y a todos sus niñas/os y chicas/os de la escuela Druida de danza y del Centro Coreográfico Galego. Y por supuesto al grupo Ardora y al ballet de Danza Oriental de Mariam Argüelles, con un guiño especial para Jael y Yaya ;) 

Muy especialmente, mi más sentido agradecimiento para todos los niñas/os y jóvenes (y también para los adultos adultos) del Coro Cantábile de A Coruña. ¡Geniales! Y un abrazo muy grande a Antón "Pillabán" y Benito "Oliver" (lo hacéis mejor que los originales...)

A todo el equipo técnico de la TVG, que lo ha hecho todo más fácil y con la precisión y agilidad que requería. Gracias a sus capitanes Piñeiro (es verdad, a ver cuándo te nominamos al mejor realizador...) y Nacho. Y por supuesto a sus equipos de realización, producción, iluminación, sonido, cámaras, ayudantes, regidores, editores, etc, etc (no me sé todo el organigrama). Solo deciros que ya he visto la retransmisión y habéis estado geniales. Gracias también a los equipos directivos de CRTVG.

Ni que decir tiene, debo trasladar mi agradecimiento más emotivo a todos y cada uno de los actores, actrices y comunicadores y directivos que han colaborado con nosotros entregando premios, ¡muchas gracias por vuestra gentileza, oficio y generosidad! Con la mención especial a Luis Tosar que, además de entregar premios, se marcó cante y baile en un maravilloso registro de productor-judio a lo "hermanos Weinstein"...

Y dejo para el final a la gran protagonista de la noche, la absoluta todoterreno María Castro, que no tiene nada que envidiar a las estrellas más brillantes del firmamento audiovisual internacional porque, además de que llegará tan lejos como ella decida llegar, es una de las personas más maravillosas, entrañables, profesionales y generosas que se han cruzado en mi vida. Gracias, María. Estoy en deuda contigo.

Gracias, en fin, a toda la junta directiva de la Academia, con Antonio Mourelos y Emma Lustres al frente. A todos los patrocinadores que, aún en tiempos de crisis, han hecho posible el evento, Secretaría Xeral de Cultura, AGADIC, Concello de A Coruña, Diputación de A Coruña, SGAE, AISGE, GADIS, y todas y cada una de las empresas, instituciones y marcas que han colaborado. 

Y no quiero olvidarme de los políticos y autoridades presentes en la sala, como el Conselleiro de Cultura Xesús Vázquez, el alcalde de A Coruña Carlos Negreira, Francisco Cerviño (PSOE), Ana Portón (BNG), entre otros muchos, que aceptaron nuestras bromas y chascarrillos con el mejor sentido del humor, lo que sin duda les engrandece y honra.

Y para todos los que me habré olvidado de mencionar, que serán muchos, muchas gracias también.

Enhorabuena a todos los premiados y candidatos y al público del patio de butacas. ¡Somos un sector grande! Gracias, gracias y más gracias.

Con todos vosotros da gusto dirigir porque (efectivamente, don Fernando) así lo puede hacer cualquier gilipollas   ;)

Un abrazo grande a todos! Sed felices.

sábado, 14 de abril de 2012

Un viejo amigo

Querido Guillain-Barré:

Antes de nada convendría explicar quién eres. Pero en vez de extenderme en ello, dejo aquí un enlace a tu entrada en la omnipotente y sapiencial Wikipedia para que quien tenga interés se informe. Realmente tú y yo, después de tres encuentros en los últimos 4 años, nos hemos convertido en viejos amigos. Quizá amigos de esos que, como en las películas de John Ford, necesitan medir sus fuerzas de cuando en vez dándose unos sanos mamporros y tomando después, con el cuerpo magullado, unas buenas pintas de cerveza para celebrarlo. Ese símil se me ocurrió esta misma semana cuando, desde la cama de la planta del hospital, veía en TVE —lo único positivo de sus recortes presupuestarios es que nos vamos a hartar de ver películas clásicas antiguas— la película El hombre tranquilo del mencionado Jack Ford. La relación que se establece entre Sean Thornton (John Wayne) y Will Danaher (Victor McLaglen), hombres rudos de corazón blando, futuros cuñados y vecinos colindantes en los alrededores de Innisfree, es una relación parecida, de amor-odio, de mutua admiración-desconfianza, de respecto-rivalidad. Tercos ambos hasta la saciedad, no queda otra que solucionar sus diferencias a puñetazos, aunque entre torta y torta haya tiempo para soplar unos whiskys y cantar lindas canciones irlandesas en una muestra inequívoca de exaltación de la amistad.

Así andamos tú y yo: me gusta pensar que yo soy Thornton, un hombre tranquilo (quienes me conocen saben que lo soy, excepto cuando dejo de serlo, claro…) y tú el violento y pendenciero pelirrojo Danaher. Y, a la que me despisto, cabrón, me atizas sorpresivos golpes que siempre me pillan desprevenido y dan con mi maltrecho cuerpo en la lona. Al final, como en el chiste, no siento las piernas. Pero luego te confías y yo (no olvides que Thornton era boxeador), gracias sobre todo a la ayuda de los neurólogos que me tratan y a una buena dosis de inmunoglobina en vena que, como la poción mágica de Asterix o las espinacas de Popeye, me devuelven el vigor, consigo reponerme. Con lo que me levanto y te arreo de entrada una buena patada en la entrepierna (juego sucio, sí, pero en el amor y en la guerra vale todo…), para terminar en una lucha cuerpo a cuerpo hasta que te vas. Pero siempre una pelea sin acritud, con admiración, sabedor de que tal vez más adelante, más tarde o más temprano, volverás, como los viejos amigos, que siempre lo son aunque pasen mucho tiempo sin verse. O no, quién sabe. El caso es que tenía que decírtelo: eres un cabrón que siempre llega en el peor momento, cuando más lío tengo… O quizá llegas precisamente por eso, porque tengo mucho lío y el estrés también influirá lo suyo. Pero sé que siempre acabas yéndote, lo cual te agradezco. Tus visitas se han convertido en lapsos de tiempo para descansar entre la vorágine de actividad que últimamente destilo. Y, hablando de destilar, ¡maldita sea!, acabaré contigo, una vez más, y después nos tomaremos unas pintas de Guinness y un whisky, todo junto. Un submarino. Aprovecho para dar las gracias a mi neuróloga, a todos los médicos que me han tratado, junto con las enfermeras y celadores, tanto del ambulatorio, como de urgencias, como de la planta 7º de neurología del CHUAC. Y por supuesto, mi agradecimiento por todas las muestra de afecto que estos días estoy recibiendo. En unos días estaré de nuevo a pleno rendimiento. Estáis todos invitados a unas pintas. Después cantaremos lindas canciones gallegas.

Salud y sed felices.

viernes, 17 de febrero de 2012

Mi quiniela...

Querido tío Goya:

Este año, por tercera vez, volvemos a estar nominados en los premios que llevan tu nombre, en este caso además de a Mejor Película de Animación también a Mejor Guión Original. Nos gustaría traernos los dos "cabezones" para casa -¡claro que sí!- pero, si no puede ser, al menos uno. Mis películas preferidas (a las que yo he votado) y que me gustaría que salieran elegidas en las principales categorías, con todo el respeto por los demás trabajos, son (este año he sido aplicado con mis deberes y las he visto absolutamente todas):

Mejor Película: Blackthorn, sin destino
Mejor Director: Mateo Gil (Blackthorn, sin destino)
Mejor Actor Principal: Luis Tosar (Mientras Duermes)
Mejor Actriz Principal: Veronica Echegui (Katmandú, un espejo en el cielo)
Mejor Director Novel: Paula Ortiz (De tu ventana a la mía)

Mejor Actor Revelación: José Mota (La chispa de la vida)
Mejor Actriz Revelación: María León (La voz dormida)
Mejor Guión Original: Miguel Barros (Blackthorn, sin destino)
Mejor Guión Adaptado: Paco Roca, Ignacio Ferreras, Rosanna Cechinni y, humildemente, yo mismo (Arrugas)
Mejor Película de Animación: Arrugas

Pero, como muchas veces no coincide el gusto con la oportunidad, me atrevo a hacer una quiniela. Es decir, las que realmente creo que van a salir elegidas, son:

Mejor Película: La piel que habito
Mejor Director: Pedro Almodóvar (La piel que habito)
Mejor Actor Principal: José Coronado (No habrá paz para los malvados)
Mejor Actriz Principal: Elena Anaya (La piel que habito)
Mejor Director Novel: Kike Maillo (Eva)

Mejor Actor Revelación: José Mota (La chispa de la vida)
Mejor Actriz Revelación: María León (La voz dormida)
Mejor Guión Original: Woody Allen (Midnight Paris)
Mejor Guión Adaptado: Pedro Almodóvar (La piel que habito)
Mejor Película de Animación: Arrugas

El sábado por la noche estaré en Madrid, cenaré con algunos amigos y haremos un conxuro para pedir que se cumplan nuestros (buenos) pronósticos. Bueno, en el peor de los casos, Arrugas creo que tiene muchas bazas. Y, sobre todo, espero que la gente que me sigue, mi familia, mis amigos y compañeros, no se decepcionen mucho si no conseguimos el Goya a Mejor Guión Adaptado, porque yo no lo estaré. Creo que ser finalista al lado de tres grandes del cine español es ya un gran premio. Estoy muy agradecido a la Academia por la nominación y muy satisfecho de haberla conseguido por lo que, no sufráis y sed felices. Yo disfrutaré de la gala como un niño con zapato nuevos, tanto si nos lo dan como si no.

En cualquier caso, muchas gracias a todos por vuestros ánimos y vuestros buenos deseos. Un fuerte abrazo :)

miércoles, 1 de febrero de 2012

Audiovisual SGR

Queridas/os amigas/os de Audiovisual SGR:

Antes de nada, para quien no lo sepa, una SGR (Sociedad de Garantía Recíproca) es una entidad cuyo objetivo es prestar apoyo financiero a las pequeñas y medianas empresas mediante la concesión de avales que respalden su posición financiera frente a las entidades de crédito, los proveedores, clientes y Administraciones Públicas. Es decir, no prestan dinero, pero si avalan o garantizan operaciones financieras. Hay más de 20 Sociedades de este tipo en toda España. Una de ellas es Audiovisual Aval SGR, entidad nacida en el 2005 bajo el auspicio del Ministerio de Cultura, a través del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, y de EGEDA, la entidad de gestión de derechos de los productores.

Desde aquel momento, aunque inicialmente cuestionada por algunos, Audiovisual SGR se dedicó a estudiar y avalar, en su caso, proyectos audiovisuales (actualmente también realiza operaciones con cualquier industria cultural) solventes, con la financiación cerrada pero con dificultad para acceder al crédito (descuentos de contratos, ayudas y otros). Para explicarlo por el cuento de la vieja: yo tengo un proyecto, comienzo a moverlo y a (pre)venderlo, si es bueno y tengo suerte, me lo compran un par de televisiones, lo apoya una distribuidora, recibo alguna ayuda pública y, con mucha suerte, consigo unas pocas ventas internacionales o algún otro contrato por product placement u otros. Pero todo esto no son más que papeles, compromisos, simples “pagarés”, que me garantizan que, si acabo la película, me abonarán lo comprometido a la entrega de los materiales (el largometraje concluido, en este caso). Pero mi empresa es pequeña y no dispongo de semejante liquidez para hacer la película. No me queda otra que ir al banco y pedir créditos y/o préstamos para adelantar (descontar) todo o parte de esos contratos y ayudas a fin de poder realizar la producción. La pescadilla que se muerde la cola porque, desgraciadamente, al no disponer de garantías suficientes, máxime en estos tiempos de crisis, ningún banco me quiere adelantar ese dinero. Y es ahí donde entra a funcionar la SGR que, si demuestro con documentación contrastada que tengo cerrada la financiación de mi proyecto, he cumplido con compromisos anteriores y además estoy al corriente de todos los pagos con la Administración (Hacienda, S.S., etc), me avalaran facilitándome que los bancos me proporcionen, a un interés razonable, el adelanto necesario para realizar mi producción.

Decía antes que, cuando se constituyó, hubo empresas (incluso del sector) que, seguramente por ser grandes y no necesitar de avales, criticaron la creación de esta sociedad. Hoy día, con la crisis causando estragos, incluso esas empresas supuestamente “grandes” tienen que acudir a Audiovisual SGR para poder financiar sus producciones. Es más, estoy absolutamente convencido de que si en el 2005 no se hubiese creado este instrumento financiero, a día de hoy no existiría el cine español. Audiovisual SGR es, hoy por hoy, la herramienta más importante y efectiva que las empresas de producción audiovisual tenemos en España.

Pero, hay más (y esto ya va dirigido a vosotros, los profesionales que trabajáis en la entidad). Por si esto fuera poco, el trato que nos dispensais a todos los que esporádica o habitualmente pasamos por ahí es exquisito, y el mismo a todos por igual: “peces gordos”, pequeños y medianos empresarios o estudiantes recién salidos de la facultad. La amabilidad, educación, consejo y esmero que ponéis al explicarnos las cosas, siempre con una sonrisa, hacen que, nada más conoceros, enseguida os veamos como amigos. Porque eso es lo que sois, unos buenos amigos, a la par que unos grandes profesionales enamorados de vuestro trabajo y orgullosos siempre de nuestros éxitos, que son los vuestros, ya que nunca lo serían sin vuestro concurso. Susana, Rafa, Pedro, Jorge, Myriam, Gloria, Patricia, Mónica, María e Imara (espero no olvidarme de nadie), muchas gracias por estar ahí. Menos mal que estáis...

Un fuerte abrazo.

lunes, 16 de enero de 2012

El día que Fraga rió

Estimado D. Manuel:

Recuerdo perfectamente el día que le conocí, fue el 27 de julio de 2001, en el Palacio de la Ópera de A Coruña donde estrenábamos la película de animación El Bosque Animado. La fama de su supuesto desabrido carácter le precedía y, he de decir, que su figura me infundían un gran respeto, por no decir miedo. Al darle la mano, antes de la foto que delante del photocall nos hicimos con el equipo de dirección de la película, me presentaron como codirector y guionista de la misma. “Guionista , ¿eh?”, me espetó, “¡A ver cómo ha tratado a la novela! A mí me gustaba especialmente el personaje del poste”. He de reconocer que me eché a temblar porque, quienes habían visto alguno de los diseños de los personajes del largometraje, habían coincidido que el personaje del poste, mal encarado y engreído, se parecía físicamente a usted. Nada más lejos de nuestra intención ya que, Alberto Taracido, diseñador de los personajes, si se inspiró en alguien debió ser en Camilo José Cela. Pero, teniendo en cuenta además que al final de la película lo talaban y caía derrumbado y podrido, pensé que podría sentirse identificado y montar la de Dios es Cristo. Juro, por mi conciencia y honor, que la veleta que aparecía en la última secuencia orientada hacia la derecha y que terminaba por girarse de un golpe de aire hacia la izquierda, tampoco era intencionada metáfora sino producto de la búsqueda del mejor encuadre posible.


Después de los discursos iniciales en los que usted no se cortó un pelo en abroncar al productor por su locuacidad –“Querido amigo, espero que haga mejor las películas que los discursos”, le reprendió delante de dos mil invitados-, comenzó la proyección. El caso es que vino a sentarse en la fila siguiente a la mía, justo un asiento a la derecha delante del que yo ocupaba. Desde allí yo tenía una visión privilegiada de su rostro y podía controlar sus expresiones, cosa que hice a lo largo de toda la película para ver sus reacciones. Durante un largo rato, ni se inmutó. Hasta que, mediada la cinta, cuando el topo Furacroyos conocía al ratón Piorno, al oír hablar a este con acento cubano asegurando que era hijo de ratones gallegos emigrados a Cuba, nacido en la biblioteca del Centro Gallego de La Habana, usted soltó una sonora carcajada que se oyó en todo el recinto. No sé si aquella secuencia le había traído recuerdos de su infancia, pues también usted había sido hijo de emigrados a Cuba, o por la sorpresa de esa ocurrencia, que era cosecha original y no estaba en la novela de Wenceslao Fernández Flórez. El caso es que, a partir de ese momento, me relajé y dejé de observarle para seguir disfrutando de la película.

Al año siguiente ganamos el Goya a la Mejor Película de Animación y, en un breve acto en su despacho de San Caetano, hicimos entrega testimonial a la Xunta de Galicia, por su apoyo, de la estatuilla. Fue la segunda vez que le vi. Unos meses más tarde, como vicepresidente de la Junta Directiva constituyente de la Academia Galega do Audiovisual, que presidía Ernesto Chao, le volví a ver en persona, también en San Caetano, por tercera y última vez.

De aquel período de más de cinco lustros de gobierno, sin ninguna duda con muchas luces y sombras, el audiovisual gallego tuvo el mayor de los impulsos hasta esa fecha, porque sé positivamente que usted comprendió y valoró como nadie la importancia de impulsar un sector audiovisual propio. Fue usted quien llamó al orden a sus conselleiros, que por aquellas fechas nos tomaban por el pito del sereno, para que hicieran caso de nuestras reivindicaciones. Y fue en su etapa cuando se definió al sector audiovisual como sector estratégico, lo que permitió una posterior y fluida relación de los productores con el IGAPE, fue en ese momento cuando se aprobó por unanimidad parlamentaria la Ley del Audiovisual, o cuando la CRTVG se convirtió en el auténtico motor del audiovisual, y también cuando se creó el Consorcio Audiovisual de Galicia, llamado a ser el organismo único y exclusivo del audiovisual, a modelo del ICAA que funciona en España, que por desgracia e intereses políticos de sus sucesores, nunca llegó a entrar en funcionamiento y que -¡ojalá alguien lea esto!- todavía están a tiempo de recuperar.

Sí, también fue usted ministro de Franco, pero el mismo dictador le hizo dar un paso atrás mandándolo “castigado” de embajador a Londres, cuanto más lejos mejor, para apartarlo de la política nacional. Algo bueno debió hacer cuando no le querían cerca. Se le imputan cosas muy negativas, como no podía ser menos en una personalidad tan polémica como la suya, pero hoy no vienen a cuento. Hoy simplemente, gracias por su trabajo y por aquella única carcajada que le oí en toda mi vida. Después de todo, no era tan fiero el león (de Vilalba) como lo pintan. Descanse en paz.

martes, 10 de enero de 2012

Gracias

Es el momento de dar las gracias. Como muchos de vosotros sabéis, ARRUGAS ha sido nominada a los premios Goya 2011 en las categorías de Mejor Película de Animación y Mejor Guión Adaptado. Ambas me incumben en tanto que coguionista y productor ejecutivo de la misma.

Hoy no estaría doblemente nominado sin la colaboración de mucha gente. Antes que nadie, quiero dar las gracias a Manuel Cristóbal que, como productor (y amigo), confió en mí y me permitió participar en esta maravillosa producción. Después agradecer a mis compañeros de nominación Paco Roca, por su maravillosa historia, e Ignacio Ferreras, director, y Rossana Cecchinni, por su encomiable trabajo. Y a todo el equipo técnico y artístico. Ha sido un privilegio formar parte del mismo.

Por supuesto a las productoras Perro Verde Films y Cromosoma, y a todos sus socios financieros, muy especialmente a TVG, a TVE, la Xunta, ICAA-ICO, R, Audiovisual SGR y, en definitiva, a todos los que han hecho posible su rodaje.

Gracias a todos los miembros de la Academia que nos habéis votado. Quisiera compartir también esta nominación con el documental "Tralas luces" de Sandra Sánchez y "Crebinsky" de Enrique Otero.

Y, como estoy convencido de que todos somos la suma de nuestros actos y de nuestras circunstancias, quiero también agradeceros vuestra aportación a todos los que habéis hecho posible a lo largo de mi vida que haya podido llegar hasta aquí y hasta donde me dejen, desde compañeros y profesores de colegio y universidad, hasta compañeros de oficio y de profesión, pasando por familiares, amigos, alumnos, conocidos, socios, compañeros de asociaciones, medios de comunicación, instituciones y todos cuantos os hayáis cruzado un día conmigo y hayáis aportado vuestro granito de arena para hacer de mí este que soy, para lo bueno y lo malo. Esta nominación también es vuestra.

Y, por si acaso no me lo dan, aprovecho para dedicarle mi parte de nominación a mi madre que, al igual que Emilio, el protagonista de ARRUGAS, está enferma de Alzhéimer. Para ella y para Agustín y mi hermana Susana, que con tanto amor la están cuidando. Gracias.

martes, 3 de enero de 2012

El cuento del aval


Érase una vez, hace muchos años, un ratoncito apellidado Pérez. Sí, ese mismo, el pequeño roedor que acopiaba los dientes de leche que los niños depositaban bajo sus almohadas. Por cada uno que recolectaba dejaba una moneda de cinco duros bajo el cabezal. Después de venderlos a talleres de bisutería, descontando los gastos de almacenamiento y transporte, el ratoncito Pérez todavía obtenía un pingüe beneficio. Decidido a ampliar su boyante negocio,  Pérez solicitó una subvención  para incrementar el activo circulante de la empresa.
—Lo que has de hacer ahora –le explicó su novia, la ratita Presumida– es pedir un crédito puente en el banco. Después, cuando te hagan liquida la ayuda,  podrás devolver el empréstito.
Pérez se encaminó muy ufano hacia la entidad financiera más próxima. Allí le recibió el lobo Feroz que, muy cortésmente, le explicó la situación.
—Verás, no podemos darte el crédito si no tienes garantías con las que avalar la operación –aleccionó Feroz–. Tal vez si consiguieras que alguien te avalara...
─Mi amigo el sastrecillo Valiente tiene un próspero negocio de prêt a portè.
─No es suficiente ─sentenció el lobo enseñando los dientes─. Habla con los tres cerditos, son amigos míos y muy solventes.
El ratoncito fue a ver a los tres cerditos que muy diligentemente estudiaron su caso.
—No sé, no sé... –decía uno de los marranos– Quizá si tuvieras alguna propiedad inmobiliaria que pudiera garantizarnos la operación, ya sabes, edificios, fincas, heredades, predios...
—Nosotros tenemos tres viviendas –afirmó otro de los cerditos–, una de paja, otra de madera y una tercera de piedra.
—Bueno –continuó decepcionado el ratoncito–, mi madre tiene una casa.
—En ese caso –sugirió el tercero de los gorrinos– podríamos pignorarla.
—¿A mi madre? –se estremeció el ratón.
—No, hombre, no. A la casa.
Y así fue como la casa de la madre de Pérez avaló las casas de los tres cerditos, que estaban acreditando la sastrería de Valiente, que a su vez respondía por el negocio de compra-venta de dientes de leche de Pérez, que afianzaba el aval del banco del lobo Feroz, cuyo aval garantizaba la subvención.
Por desgracia, la subvención le fue denegada por carecer de un impreso compulsado y Pérez perdió su negocio y el de Valiente ─que terminó por convertirse en un cobarde─, además de la casa de su madre, que falleció de pena a las pocas semanas. La ratita Presumida se fugó con el gato con Botas, a los tres cerditos se los comió el lobo Feroz y al lobo lo abrieron en canal los siete Cabrititos, que eran en realidad siete auténticos cabronazos.
El ratoncito Pérez, abatido por la mala fortuna, emigró del país. Por eso los niños de las generaciones posteriores nunca más han vuelto a dejar sus dientes de leche bajo las almohadas.