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miércoles, 22 de julio de 2015

OBRADOIRO DE GUIÓN EN BIBLOS CLUBE (BETANZOS)

Gracias a esa gente que confía en lo que pueden aprender de mí, por todo lo que yo siempre acabo aprendiendo de ellos :)


Lujazo de taller que imparto esta semana en la librería Biblos Clube de Betanzos. Como dice Tucho Calvo en su Facebook: "O obradoiro de guión de cine con Ángel de la Cruz, un luxazo para xente coas máis variadas motivacións, das máis diversas idades e procedencias... veñen de Pontevedra, de Salamanca, de Foz..."


Gracias. Sed felices! ;)

sábado, 11 de julio de 2015

HOMO TRIBALIS.

Al hilo del tema de moda estos días —Europa, o cómo la entendemos cada uno—, vino a mi memoria una serie de RTVE que vi con tan solo catorce años (allá por el lejano 1977) titulada “Las reglas del juego”. En ella, el eminente antropólogo y pensador José Antonio Jáuregui exponía su teoría del “Homo Tribalis” que no es otra cosa que un sentimiento atávico que todos llevamos dentro desde el paleolítico y que no podemos evitar sentir. Este sentimiento nos obliga a defender, ensalzar, proteger y luchar por nuestra tribu —dicho sin ninguna connotación peyorativa—, incluso hasta sacrificar la propia vida por ella, entendiendo como “tribu” al grupo o grupos humanos a los que pertenecemos, pudiendo ser estos familiares (hijos, padres, hermanos, pareja), sociales (clase alta, media, baja), políticos (derechas, izquierdas, centro), económicos (obreros, capitalistas, burgueses), religiosos (cristianos, judíos, musulmanes, budistas, ateos, etc.), sexuales o de género (mujeres y hombres, heterosexuales u homosexuales), étnicos (blancos, negros, asiáticos, gitanos, indios, etc.), laborales (oficio, profesión, sector), educativos (estudios, carrera, etc), deportivos (Barça o Madrid, Depor o Celta, etc) pero, sobre todo, territoriales (los nacionalismos de todo tipo, con todos sus símbolos e idiosincrasias: lengua, banderas, himnos, escudos, etc.).

Todos seguimos perteneciendo a una (o varias) tribus.

El sentimiento tribal no es racional sino simplemente emocional, como todos los sentimientos (en algunos casos, incluso casual como nacer en un país, en el seno de una familia, de una raza determinada o con un sexo u otro). Por poner un ejemplo gráfico, uno de Vigo y otro de A Coruña ("turcos" y "portugueses") se pueden llevar a matar, pero si viene un madrileño a tocarles las narices, ejercerán ambos de gallegos para combatir al agente externo. Sin embargo, si a continuación viene un gabacho a buscarles las cosquillas, habrá muchas posibilidades de que los tres se posicionen como españoles para echar al franchute con cajas destempladas. Ah, hasta que llegue un chino o un gringo, por ejemplo, y los cuatro hagan valer su europeidad aliándose para someter al asiático o al yanqui. Y, cuando no es así, es porque prevalece la pertenencia a otra tribu por encima de la territorial. Si el de Vigo y el de Coruña son, por ejemplo, nacionalistas de izquierda, preferirán a un francés de izquierdas que al madrileño centralista de derechas. Pero siempre habrá una tribu que domine nuestro individualismo racional mediante un tribalismo emocional. Lo contrario, aunque debiera ser evolución, lo llamamos desarraigo. Las emociones, en fin, siempre están por encima del pensamiento.

Vistas así las cosas, mientras no desaparezca el sentimiento tribal, la humanidad no podrá estar unida a no ser que sea invadida por una raza alienígena, por la rebelión de las máquinas o por otra especie animal evolucionada, tipo los simios del planeta de los ídem.

Bromas a parte, os dejo aquí (Las reglas del juego) el enlace del primer capítulo de la serie que, aunque de estética setentera y con las entrevistas muy trucadas y ficcionadas con actores, tiene la misma validez que entonces y que hace 2 millones de años, cuando el Clan del Oso Cavernario.

En asuntos tribales, poco ha cambiado la Humanidad desde el Paleolítico.

Sirvan de muestra, al hilo de la cuestión europea, las sabias palabras del profesor Jáuregui, fallecido hace ahora diez años, que, en busca de una cultura común europea, abogaba por un europeísmo sin sentimientos tribales: “No deberíamos los europeos caer en ninguna estúpida arrogancia tribal al maravillarnos del 'patrimonio cultural común' que hemos heredado. Al fin y al cabo nacer en Europa es un accidente (y nacer otro accidente, por cierto). Pero es nuestro deber conocer, mantener y preservar nuestra cultura y hacer cuanto esté en nuestras manos para que siga dialogando Platón, componiendo Mozart, escribiendo Cervantes, pintando Miguel Ángel y fabricando los 'stradivarius' Antonio Stradivari, no para imponer nuestra cultura a nadie, sino para ofrecer en un espíritu de servicio, de solidaridad y de agradecimiento nuestros productos culturales a toda la familia humana, teniendo en cuenta la deuda inmensa y desconocida que hemos contraído con otras sociedades que nos han regalado sus maravillosos inventos culturales y recordando siempre el consejo de Montesquieu: 'Jamás haré nada que beneficie a Francia si perjudica a Europa; jamás haré nada que beneficie a Europa si perjudica a la Humanidad'”.


Sed felices! ;)