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lunes, 8 de agosto de 2011

Presentación LUME DE COBIZA


A todos os que mañá vos encontredes por A Coruña, convídoos á presentación da novela Lume de Cobiza, ás 20:00 h na Feira do Libro instalada nos xardíns de Méndez Núñez.

Vémonos. Unha aperta,

Ángel

viernes, 5 de agosto de 2011

Hoy amanecí surrealista



Queridos surrealistas:

Hoy comienzo las vacaciones y me encuentro surrealista. Salgo volando por las montañas como escobas que chisporrotean en lo alto en dirección al sol mientras se muere, como Dalí  y Gala, blanco, blanco, blanco. Las tumbas tienen lápidas blancas y negras. Todo es oscuridad dentro de las narices. Moco, moco, moco, ésa es la lógica en la noche y el día. Aguardo que vengan las imágenes, pero las imágenes no viene volando en alfombras sobre nubes blancas y azules que bajan por las laderas de las montañas mientras suben los repartidores, que no son repartidores, son caballos sin caballeros. Las margaritas florecen sobre las laderas de las montañas azules de las blancas flores y en las casas hay escaleras mecánicas con cucarachas que corren por las cruces despacio. En la chimenea no hay fuego, pero hay sombras de alguien que se transforma en nieve. Deja la lógica, deja la lógica… Los tenistas descansan, lo recuerdo, en una iglesia de Le Corbousier con forma de seta. Hay crucifijos sin cruces y olor a incienso. Acantilados, acantilados grandes a la una de la mañana, trenes a gran velocidad sobre la nieve blanca, rato y ratones. Risa, risa, risa… río, río, río. Los pajaritos también ríen. Y canta, canta, canta la lluvia. Chisporrotean las esfinges bajo la lluvia. Las esfinges sonríen bajo la lluvia y chisporrotean. Brujas que van sobre sus escobas, cantan de ilusión. Todos caminan en montes nudistas, naturistas, coloristas. ¿Lo ves, lo ves? Bosques nudistas del pueblo naturista. ¡No es posible! Es un esfuerzo lógico, sintético y metafísico. Fuegos de artificio que explotan en las alamedas del pueblo lógico. Claro, el pueblo no tiene alameda. Luego no es lógico. Cogito ergo non sum. Fuegos en la chimenea al borde de una silla de ruedas. Se apagan las luces en el pueblo y estoy solo. Descorcho, descorcho botellas. ¡Fiesta! Shakespeare… debajo del puente, debajo del puente, pierde agua la olla-presión. Algas blancas y compañeros de juicios. Veo París, París. No hay hierba, no hay hierba, son las aceras de París. Es increíble, alguien corretea por la habitación. Café. La casa es un tiburón. Souvenir. Una chica de París, sí. Tiene su contorno apretado junto a la piel morena cuando sube en los ascensores. Su risa es maravillosa y contagia. Su risa es blanca y baja por la noche, por la noche oscura como un piano. La miro húmedamente. Húmedamente es un adjetivo caliente. La chica de París me encanta… París es gris, muy gris, en primavera, otoño e invierno. Está lleno de coches. Pito, pito... no puedo hacer fuerza, tengo que ir al piso, sobre el puente férreo. Aparatitos del rastro, me arrastro por el rastro mientras toco poco las calabazas oblicuas. Las alfombras ya no son cuadros, son tapices en la pared. El horizonte es una constante en vertical. Baja el atardecer, que ya no se ve porque es artificial. Atardece dentro del sol y se para el sol dentro del televisor, fuera no hay nada, es todo gris. Las nubes ya se fueron, se mancharon de tinta, se empaparon. Y gotea lluvia en invierno en París. No hay nadie atardeciendo en ese sol negro. Dibuja con la punta los montes, sobre el monte de la chica de París, con su risa blanca como las nubes de otoño. La risa blanca, la piel blanca, la vida blanca que deslumbra en la noche sobre un piano y punto. Voy de la Pont Neuf a la pont de Saint Louis que separa las dos islas. Notre Dame, la popa de Notre Dame con su aguja pinchada en el cielo sin nubes. En París hay atardecer sobre el Sena, a las seis. El agua se dora y se parte en dos, como dos filos de un cuchillo, en un arma de dos filos, de dos hojas. Hay un cordón para llamar al servicio sobre el agua de París. La torre Eifel se ilumina con estrellas de purpurina. El polvo de estrellas cruza despacio París sobre una cuerda que va de la punta de la torre Eifel al Montmatre. El molino rojo destiñó y ya no es rojo. Vuelve la luz, vuelve la luz. Son los años centrales del maquinismo. El metro de París, el metropolitano, es una parada de metro donde aguarda la gente fuera, fuera del suburbano se va agolpando, cada vez más y más gente. Hay libros, hay muchos libros. Y hay un par de libros, únicos, escritos sobre tinta negro-azul. Las hojas también son negras, y no hay letras, sólo manchas de noches. El barrio judío La Marait et la Republic. Montparnasse… No sé qué más decir. No quiero hacer fuerza. Es cierto, es cierto: estamos en fiesta. Explotan los fuegos de artificio sobre la tarta y los cortan con una cuchilla de motosierra. Explota toda la tarta y mancha a todos los comensales que quedan estupefactos mirando la motosierra. Me río a carcajadas. ¡Ni de bromas! Y baila, baila., la gente baila…Cantan y danzan. Se abren las cortinas. Cuelgan sobre sus caídas los cordones con borlas. Ya no podemos mirar al sol, pero se puede mirar al sol fijamente. Desde las terrazas se puede mirar al sol fijamente. Cielos blancos…. Volvemos a París. Sí, porque la fiesta está en París, inmenso y rojo. La línea del horizonte es azul. Y roja como el crepúsculo, espectáculo viejo, muy viejo. Pero no importa porque la juventud va por dentro. No se puede dormir con la televisión. Todo es quietud, paz y descanso, como yo. Y todo es morado, morado…con rever, como las burbujas… burp-burp-burp. Las burbujas suenan como un eco acústico, acuático… reverberación acuática. El rever acuático también suena acústico… burp-burp. Hipocampo… Hipotálamo… el tálamo es la muerte en una plancha, el tálamo es un lecho de helechos. Tanatotálamo. Oigo pequeños ruidos, los ruidos del sueño. El sueño es un fundido de fondo que se escapa a nuestros oídos, es un fundido completo a negro-azul volviendo a París por la noche en el suburbano. Cambiamos la mirada hacia el sol. El sol es una lámpara, una lámpara incandescente que no quema, pero provoca aureolas en los ojos. Voy a cambiar de posición… y se oscurece como una línea azulada que dibuja montañas al fondo. Pero miro hacia el sol y todo enrojece, como una línea bermeja que flamea como el fuego. La línea del horizonte es vertical y las montañas se caen… oscuridad. Occipital.

Sed felices.

viernes, 29 de julio de 2011

LA FÁBULA DEL CÓMICO Y EL POLÍTICO



Queridos Cistitis y Prostatitis:

Permitidme que hoy cuente vuestra historia. En la Atenas de Pericles —allá por el siglo IV a.C.— cuenta la leyenda que convivieron el famoso cómico Cistitis y el afamado político Prostatitis.
Próximas las elecciones en la polis, sabedor del magnetismo personal y el glamour que profesaban los actores entre el pueblo, Prostatitis decidió acudir a Cistitis para que le explicase los secretos de su atractivo personal y el arte de la seducción colectiva.
—Ante todo —le espetó Cistitis, el cómico— has de saber fingir.
—¿Fingir? —preguntó desconcertado Prostatitis, el político— Pero un político debe ser honesto con su pueblo y estar siempre al servicio de éste.
—Ya, hombre, ya. Me refiero a que no sólo has de ser bueno, sino parecerlo. Todas tus intervenciones públicas han de estar estudiadas, debes prepararte siempre una puesta en escena, maquillarte convenientemente, medir tus gestos y tus palabras y, sobre todo, actuar con método.
—Caramba, Cistitis, parece muy complicado. Si me enseñas tu arte y consigo ganar las elecciones, serás recompensado generosamente.
            Y así fue como Cistitis se pasó varios meses enseñando a Prostatitis dicción, expresión corporal, representación, puesta en escena de la propia imagen, improvisación, proyección de voz, etc.
            Llegado el día, Prostatitis ganó las elecciones y, según lo convenido, su primer decreto consistió en incentivar al teatro con una cantidad a fondo perdido no superior al 10 % del presupuesto de cada obra, a modo de capital semilla. Poco a poco, Prostatitis, el político, fue ganando en seguridad y se convirtió en un excelente actor, tanto que ya no necesitaba de la dirección de su maestro. A partir de aquel momento, Prostatitis decidió gravar el teatro y la cultura en general con una cantidad del 30 %  del presupuesto, entre impuestos directos e indirectos, con lo cual Cistitis se dio cuenta de que el teatro se había convertido en un pésimo negocio. De la irritación, Cistitis sufrió una terrible inflamación de vejiga que le supuso una incontinencia urinaria muy desagradable. Disgustado, exigió explicaciones a su viejo amigo. De resultas de esta protesta, Prostatitis —mostrando una gran torpeza— tuvo la excusa perfecta para retirar de una vez por todas las ayudas al teatro, aunque no los impuestos, cuyos fondos (recaudados, entre otras cosas, de los aranceles al teatro) pasaron a engrosar el presupuesto de la inminente guerra preventiva contra Esparta.
            Ante tan flagrantes usurpación de oficio e incumplimiento de contrato, a Cistitis no le quedó más remedio que meterse en política y, a partir de entonces, se hizo activista y su mensaje comenzó a calar profundamente entre su público, la sociedad civil que iba a ver sus obras.
          Desgraciadamente, Prostatitis era muy terco para dar su brazo a torcer y la guerra no pudo evitarse, pero perdió las siguientes elecciones (además de padecer, desde entonces, una espantosa inflamación de próstata que le dejó impedido de por vida).
            Desde entonces hasta hoy, farándula y política son ejercicios irreconciliables y, mientras algunos políticos se dedican a hacer puro teatro, convirtiendo las Instituciones en patéticos circos, los cómicos, ejerciendo su derecho de pataleo, se dedican a intervenir activamente en los asuntos públicos con su opinión y sus manifestaciones. ¡Cuánto disfrutaríamos todos si los parlamentos estuviesen llenos de cómicos y los teatros de políticos! ¿O es al revés?
              Sed felices.

martes, 19 de julio de 2011

Arrugas


Querido Emilio

Ya sé que cuando recibas esta carta y la leas, te olvidarás del contenido nada más terminar. Te olvidarás incluso de que acabas de leer una carta. Eso suponiendo que seas capaz de reunir las fuerzas necesarias para concentrarte un par de minutos y leerla. Tal es la gravedad de esa horrible enfermedad que padeces, el terrible Alzheimer. Pocas veces una novela gráfica, un cómic que decimos los antiguos, ha servido para tan altos objetivos como este: concienciar a los lectores, entre humor, ternura y drama, de que tras los enfermos de cualquier demencia senil hay personas, que sienten, sufre y aman. No, no sois vegetales, sois seres humanos que, en muchos casos, nos habéis cuidado a nosotros antes. 

Paco Roca, que recibió el premio nacional de cómic en 2008 por este álbum, fue el autor e ideólogo de este mensaje. Manuel Cristóbal el productor comprometido que vio en él, además, una película. Ignacio Ferreras el director genial que la llevó a cabo. Y todo un gran equipo detrás. En mi modesta aportación como coguionista y coproductor ejecutivo, solo quiero que sepas que este episodio de tu vida, Emilio, me ha servido para cambiar también la mía pues, paradojas de la vida, cuando entré en este proyecto no sabía aún que el Alzheimer golpearía tan, tan de cerca a mi familia. 

En la recta final de la producción, te deseo Emilio que, aunque tú no lo recuerdes, tu mensaje permanezca siempre en nuestra memoria y jamás sea olvidado. Dile a Miguel que cuide de ti. Hoy todos somos Miguel. Quizá mañana seamos Emilio

Un abrazo grande, Ángel.

domingo, 10 de julio de 2011

Con tristeza a D. Diego Xelmírez

Excelentísimo señor Xelmírez

Disculpad mi atrevimiento al importunaros en vuestro perpetuo reposo. No soy un experto en protocolo y desconozco cómo dirigirme a un arzobispo. Creo que el tratamiento de Ilustrísima sería adecuado para un obispo y el de Eminencia para un cardenal. Sin embargo, me asaltan las dudas del trato correcto para un arzobispo que además ha fallecido hace ya 871 años. ¿Reverendísimo difunto señor? Más claro lo hubiese tenido si, como era mi primera intención, hubiese dirigido esta carta a don Guido de Borgoña, o sea, Su Santidad el papa Calixto II, supuesto, aunque improbable, autor del Liber Sacti Iacobi o Códice Calixtino, de ahí el nombre. De todos es sabido que dicha autoría es apócrifa y que el papa tuvo uno o varios (se rumorea que hasta cuarto) scriptores, hoy diríamos “negros”, entre los que destacó el monje francés Americo Picaud

Permitidme don Diego, que os hable claro, puesto que somos viejos conocidos desde que leí con inmenso placer y regocijo vuestra Historia Compostelana (en la edición de 1994 de Emma Falque Rey, para la colección Clásicos Latinos Medievales de Ediciones Akal) y que me inspiró mi primera novela (Compostelanum, Colección Mandaio, Biblos Clube, 2004), un thriller lleno de guiños humorísticos que intentaba homenajear la profunda ironía, retórica, mordacidad y retranca de vuestra figura. No en vano ya don Ramón Otero Predayo os calificó en su día de “genio afectuoso, creador y humorista del tiempo románico”. Solo he tenido la oportunidad de leer, como otra mucha gente, el Libro V del Códex, Iter pro peregrinis ad Compostellam, la Guía del Peregrino, en su magnífica traducción al gallego de X. Eduardo López Pereira (Guía medieval do peregrino, Edicións Xerais de Galicia, 1993), pero en ella creí volver a disfrutar del estilo ironista que os acompañó en vuestra vida. 

Sé, don Diego, que nunca escribisteis ni una línea (bastante teníais ya con gobernar un país, una diócesis, acabar una catedral y urdir la mayor vía cristiana de peregrinación, tan grande como Roma y Jerusalén, que daría paso, en definitiva a la futura construcción de Europa). Arzobispo, político, gobernador de Galicia, tutor del rey, militar, almirante de la primera flota atlántica, arquitecto, hombre de negocios, hombre a secas… Por mi oficio, recuerdo ahora a grandes directores y/o productores que jamás escribieron una línea (Walt Disney, Alfred Hitchcock o Clint Eastwood, verbi gratia) que sin embargo, como vos, supieron dirigir una magna obra impregnándola de un estilo propio, inimitable e imperecedero. Pues bien, vos también tuvisteis vuestros guionistas, como los que os escribieron esa Historia Compostelana (De rebus gestis D. Didaci Gelmírez, primi Compostellani Archiepiscopi) que recoge toda vuestra obra y milagros desde 1100 hasta 1140. Cuarenta años de la historia de Galicia, España y Europa. Se me antoja, don Diego, que el Códice Calixtino fue un encargo vuestro. Vos, que tantas veces hicisteis el camino, de Santiago a Roma, ida y vuelta, para revolver Roma con Santiago y conseguir que declarasen a Compostela sede apostólica, arzobispado, y el privilegio del año jubilar cuando tocase, vos que erais un experto en marketing e inventasteis el Monte del Gozo, el título de Rey de los Peregrinos al primero que cada día llegase a la catedral (de ahí tantos apellidos Rey, Leroy, Küng, etc., por Europa adelante), o el botafumeiro que, además de higiénico, es un grandioso espectáculo. Vos que no tuvisteis escrúpulos a la hora de expoliar las joyas del retablo de la catedral para fundirlas en oro y comprar a cardenales y obispos para conseguir votos, que ríete tú de los políticos modernos. Vos que acuñasteis moneda, cual banquero aventajado. Vos que practicasteis tráfico de influencias, nepotismo, clerogamia, nicolaismo e incluso pío latrocinio, secuestrando las reliquias de otras sedes cercanas para llenar Compostela de santos cadáveres (San Fructuoso, san Cucufate, santa Susana, san Silvestre, san Víctor, etc.), emulando en momias a la mismísima Ciudad Eterna, ¿no habríais de ser, acaso, el instigador de dicha guía para así atraer a Santiago olas y aun tsunamis de peregrinos que, a la postre, engrandecerían vuestra sede? 

Esos fueron vuestros “milagros”. Todos los países, en fin, han tenido alguna vez su siglo de oro. El de Galicia fue sin duda el XII, el siglo de don Diego Xelmírez. Me gusta imaginaros, don Diego, como un ciudadano Kane o un don Vito Corleone cualquiera, capaz de las peores ignominias, sí, pero todas por el bien de la familia, en este caso de Galicia y de vuestra sede apostólica. Con todo, fue muy astuto por vuestra parte cederle la “autoría” del libro a ese otro sátrapa que fue Calixto II, tío de Raimundo de Borgoña, esposo de doña Urraca, matrimonio del que Alfonso VI os nombró Secretario y Consejero (que tanto me recuerda a los consiglieri de la mafia…), padres a su vez de Alfonso VII, el mismo niño que vos coronasteis rey de Galicia, como Alfonso I, en la mismísima catedral aún sin consagrar con siete años y del que fuisteis su tutor hasta su mayoría de edad (las malas lenguas también dicen que fuisteis amante de su madre, la reina de Castilla). 

Pues bien, mi señor Xelmírez, os escribo hoy apenado para contaros que no hemos sabido proteger y conservar vuestra herencia. Hemos perdido el Códex, sí, nos lo han arrebatado, robado delante de nuestras narices. En nombre de todos los que hemos heredado una cultura en gran parte forjada, pensada, ideada y verbalizada por vos, os pido disculpas, avergonzado y sonrojado de tamaña frustración.  Una joya irrepetible y de valor incalculable que se guardaba con dos llaves y los más relajados sistemas de seguridad mientras, por ejemplo, en la Ciudad de la Cultura, ese mausoleo construido no sé si con la aviesa intención de convertirse en la segunda catedral, esta civil, de Compostela, está dotada de los mayores sistemas de seguridad que, junto con el resto del mantenimiento, le cuestan al erario público unas cifras escandalosas especialmente en tiempo de crisis. Sistemas de seguridad que, ¡asombraos!, no aseguran nada tan valioso como el recién hurtado Códex, pues está vacía de contenido y de ideas (casi tanto como las contemporáneas cabezas pensantes de algunos políticos). ¡Cuán distintos estos de vos, que no teníais escrúpulos para saquear el retablo y, cual arriesgado productor, pagar a una legión de guionistas para que redactaran maravillosas historias en papel, como el Códice, o en la misma piedra, como la catedral. Pero siempre pensando que los edificios son para contener algo, el vuestro lo fue para el supuesto cadáver del apóstol Santiago. Mucho me temo que la Ciudad de la Cultura acabará siendo la tumba de todo el sector cultural de Galicia, porque hoy nos preocupamos más de continentes que de contenidos. Con este robo la catedral ya se parece más a la Ciudad de la Cultura: ambas están un poco más vacías. Aún nos quedan las reliquias, esperemos que no nos las birlen también.

Yo digo con tristeza, como en cierta ocasión os reprochó, no sin razón, la reina doña Urraca, atrapada en la Torre de las Campanas de la catedral, junto a vos y varios nobles gallegos, entre los que estaba Pedro Froilaz, conde de Traba, y su yerno Arias Pérez, sitiados todos por la revuelta de 1117: “Si estos son los hombres que tiene Galicia, no os extrañéis de ver que el reino se os escape de las manos”. Mi señor don Diego, pidiéndoos disculpas por tanta ineptitud, en la confianza de que pronto aparecerá ese tesoro perdido, se despide de vos con respeto y gratitud, vuestro seguro servidor.

Ángel.

miércoles, 6 de julio de 2011

Beatrice

Querida Bea:

Realmente, en justicia, debería haber inaugurado este blog epistolar escribiéndote a ti, ya que tú eres sin duda la persona a la que más correspondencia he remitido en toda mi vida y de la que más cartas he recibido también: más de un año y medio de mailings, todos los días, casi sin excepción, con aquellos balbuceantes primeros modems de línea telefónica (cuyos tonos se oían al conectarse), hace ahora ya catorce años, después de habernos conocido en el balneario de Arnoia, durante el seminario de guión de Linda Seger.

Catorce años, cientos de horas, miles de páginas, millones de risas, alguna lágrima, confidencias, confesiones, secretos, muchas colaboraciones, un par de hijos de papel en común (uno de ellos con Goya incluido), que en medida alguna igualan al que ahora tienes de carne y hueso -precioso Telmo-,  por supuesto, pero que a mí me satisfacen especialmente por el esfuerzo y el cariño con los que los hemos criado. Tú fuiste la primera con la que escribí al alimón, cuando para mí, por aquel entonces, escribir era un placer onanista más, es justo que te lo reconozca aquí.

Simplemente, como acabo de ver el chupinazo en la tele, he recordado que mañana es San Fermín (otro año que me pierdo los sanfermines...), y me he acordado de ti porque todo lo que me recuerda a Pamplona me traslada a ti. Y ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, quería aprovechar para darte las gracias por estar siempre ahí, por las muchas horas que me has dedicado, por tus buenos consejos, por tu sensatez, por tu sonrisa, por tu imaginación, por tantos guiones que aún nos quedan por escribir (ahora que estamos a punto de terminar el próximo), algunos bailes por echar y buenos vinos por beber, y por tu amistad imperecedera que arrancó aquel húmedo domingo gallego, al final del verano, entre saltarines conejillos traviesos que, al igual que nosotros, parecían escapados de una película de Walt Disney.

Si nos nos vemos antes, estaré de nuevo en San Sebastián durante el Festival, como todos los años. Hasta entonces, un beso muy grande para ti, para Telmo y Paul.

Sed felices,

Ángel.

lunes, 20 de junio de 2011

Frank Soutelo

Benquerido Miguel Anxo:

Parabéns! A pasada fin de semana, lin no suplemento Culturas de La Voz de Galicia que a túa nova novela, “Lume de Cobiza”, editada por Galaxia hai só un mes, cuarta aventura da saga de Frank Soutelo (detective máis particular que privado), xa está de terceira no ranking de máis vendidas. Meréceo porque é un relato, como os anteriores, entretido, simpático, emocionante, con intriga, retranca e, ademais, cheo de referencias cinéfilas. Non en balde hai un par de anos comenteiche que se algunha vez traías a Frank a Galicia —xa que os seus primeiros casos desenvolvíanse en Los Ángeles— trataría de adaptala para a pantalla. Que calado o tíñas! Xa daquela andabas pensando en traelo para que resolvese este novo caso (un caso en Galicia) durante a vaga de lumes que arrasou esta terra no 2006. De modo que agora está a pelota sobre o meu tellado.

Frank non só está en Galicia senón que xa ten a súa web (http://www.franksoutelo.com/) e mesmo o seu grupo en Facebook. E, como non podía ser menos, posto que no cine e, en xeral, en todo produto audiovisual hai que cumprir a máxima de non aburrir (Wilder & Hitchcock dixit), ímos intentalo e o vindeiro mércores, Víctor F. Freixanes, director xeral da editorial Galaxia, ti e máis eu anunciaremos a súa adaptación para película para televisión (e quen sabe se algo máis...) ás 20:30 horas da tarde no hotel AC Palacio do Carmen de Santiago que, mira ti por onde, é o hotel onde se aloxa Frank de paso por Compostela neste apaixonante thriller en formato de road-movie galaicoamericano.

Desde aquí quero agradecerche o privilexio de que confíes en min e na miña empresa para adaptar a túa novela. E non só iso, senón tamén as moitas horas de dedicación, os bos consellos e, sobre todo, a amizade coa que me agasallas xa dende hai moitos anos.

Graciñas. Unha forte aperta,

Ángel

P.D.- E se alguén ten curiosidade e quere mercar o libro, pode facelo desde a web de Biblos Clube.

martes, 14 de junio de 2011

Danzas orientales

Queridas Jael y Yaya

Me gustan las tradiciones porque me dan seguridad. Supongo  que para vosotras bailar es una tradición. Y celebrar todos los años el Festival de Danza Oriental, que en esta ocasión alcanza ya la VIII edición, también lo será. Para mí lo es ir a veros todos los años en la misma fecha que además coincide con mi cumpleaños. ¿Que cómo voy a celebrar mi cumpleaños este año?, me peguntaba siempre al llegar estas fechas, hasta no ha mucho. Estoy seguro de que a vosotras, como a todo el mundo, se os ocurrirían mil formas distintas y divertidas de hacerlo. A mí también, pero el hecho de pensar cada año cómo festejarlo acaba siendo a veces un incordio y hasta te puede producir cierta inquietud. A mí ya no, porque se ha convertido en toda una tradición que acabe celebrándolo yendo a ver vuestra gala en donde todos los años exhibís vuestros vistosos bailes, coreografiados por Marián Argüelles, en un recorrido mágico que desde Al-Andalus hasta al Bollywood de la India, pasando por el Egipto de los faraones o la Persia de las mil y una noches, con los que nos hacéis partícipes de vuestros sueños a todos los espectadores. 

Sé mejor que nadie, porque me dedico al mundo del espectáculo, lo duro que es cada día, después de vuestros trabajos y quehaceres habituales, dedicarle las horas necesarias a esa afición en la que, a mi humilde juicio, ya os estáis convirtiendo en auténticas profesionales. Este año me han sorprendido y encandilado especialmente la danza de las velas, la de los sables, la de los abanicos. Y esas telas y gasas multicolores hondeando como olas de algún exótico piélago, esos trajes fascinantes cuyas colas se despliegan como plumas de pavo real. 

Pero no solo me hipnotiza el oropel de vuestros ritmos, músicas, trajes, adornos, también me cautiva vuestro esfuerzo. Me recuerda aquella película (luego también serie) de Fama –me refiero a la primera versión, de Alan Parker en1980, el remake de Kevin Tancharoen en el 2009 no lo he visto- con aquella frase lapidaria que decía: “la fama cuesta y es aquí donde vais a comenzar a pagar con sudor”. 

Cuando os veo bailar pienso en los esfuerzos y sacrificios de todos esos bailarines y bailarinas de ballets (recordad “Cisne negro” que, aunque algo truculenta, reflejaba muy bien ese sacrificio, en este caso obsesivo, representado por el personaje interpretado por Natalie Portman), los esforzados deportistas que cada día intentan perfeccionarse en un deporte, o los para mí más cercanos actores que ensayan, estudian, se preparan, van a clases de dicción, de interpretación, etc. 

Viéndoos bailar incluso tengo la sensación de que me esfuerzo poco. Los cumpleaños suelen ser un excelente momento para replantearse el futuro, especialmente el más cercano, o sea, el año inmediatamente siguiente. Por eso, cuando todos los años celebro mi cumpleaños yendo a veros bailar a vosotras y a vuestras compañeras, vuestro ejemplo me sirve de acicate para esforzarme en hacer mejor las cosas cada día y sacar el tiempo de donde sea para poder dedicarlo a lo que realmente me gusta. 

Y de paso, soñar, que nunca está de más, soñar con otros mundos, otras culturas, con nuevas ilusiones. En fin, que solo quería daros las gracias por tan agradable regalo de cumpleaños y por haberlo convertido en tradición. 

Seguid siempre soñando y haciendo soñar a vuestros admiradores, entre los que me encuentro. ¡Enhorabuena! Y hasta el año que viene. 

Un beso, Ángel

P.D.- Además, lo que presumo luego colgando la foto de cada año (gracias, David) en el Facebook… ¡soy la envidia de todos mis amigos! Sed felices.

domingo, 12 de junio de 2011

Correspondencia


Queridas/os amigas/os:

Hoy,12 de junio, cumplo años. Cuarenta y ocho tacos, nada menos (así, en letra, parecen menos que en número). Y he decidido regalarme un blog. Este blog, Cartas desde mi Toscana. Como sabéis algunos de los que me seguís habitualmente, tengo otros, todos ellos profesionales destinados a hablar de proyectos cinematográficos concretos: losmuertosvandeprisa.bolgspot.com remandoalnorte.blogspot.com,  cuentodelobos.blogspot.com  y queridagina.blogspot.com.

Ocurría que al final siempre acababa por escribir sobre temas personales que muchas veces poco o nada tenían que ver con el proyecto en cuestión. Así, desde ahora, centraré mi correspondencia desde este, dejando los otros solo para cuestiones que atañan directamente a aquellos largometrajes.

Hace ya seis años que comencé a escribir blogs. Me introdujo en ello mi amiga Miriam y comencé a publicar en una noche de insomnio del 2005 desde el hotel O cabazo, en Ribadeo, mientras localizaba para mi película Los muertos van deprisa. Aquel blog era anónimo, firmaba como Sean Thorthon y se llamaba Blanca Mañana, un homenaje a El hombre tranquilo de John Ford y a la casita que este tenía en Irlanda, White O'Morning, que luego utilicé como nombre de la taberna de mi película.

Hoy cambio aquellos pagos fríos por otros más cálidos y me voy a la Toscana. Uno de los parajes más bellos del mundo donde siempre he fantaseado con comprarme una casa para ir allí solo a relajarme, a leer, escribir, pintar, escuchar mis viejos vinilos y pasear por el campo. En fin, esos sueños que tantas veces hemos vivido en películas románticas (y a veces algo ñoñas) como Bajo el sol de la Toscana y otras.

El verano pasado, cuando localizaba con Susana, María y Carla para el documental Querida Gina, el mismo día en el que por la mañana cumplí uno de mis deseos, visitar Cinecittá, por la tarde veía atardecer en Brolio, en la casa donde Bertolucci rodó Belleza Robada y os diré que con la luz de aquella puesta de sol, desde lo alto del redondeado otero rodeado de valles de altos cipreses, viñedos y olivos, sufrí una especie de síndrome de Stendhal -no en vano también se le conoce como síndrome de Florencia, capital de la Toscana- y lloré ante la "acumulación de tanta belleza", como lloré al llegar al último capítulo de Humillados y ofendidos de Dostoyevski, o como lloré en el Liceo de Barcelona viendo Turandot, cuando Liú se quita la vida por amor a Calaf, o como lloré en Venecia, con Laura, escuchando un quinteto de cuerda en San Marcos mientras el mundo se hundía.

Ocurre que, mientras espero a poder cumplir mi deseo de retirarme a la Toscana en cuerpo y alma, la Toscana de este blog puede estar en cualquier lugar, porque no es un sitio físico sino un estado de mi mente. Aquel a donde me retiraré siempre que quiera descansar y escribir tranquilamente mi correspondencia, como se hacía antes, con papel y pluma estilográfica, esa preciosa pluma Montblanc que me regaló mi exmujer con la que siempre comienzo a escribir las cosas importantes.

Le escribiré cartas a amigos y desconocidos, a famosos y gente anónima, a personajes de ficción y personas de carne y hueso, a vivos y muertos. Salvando las lógicas distancias y posibles comparaciones, la idea me surgió al recordar aquel precioso librito del patriarca de Venecia, Albino Luciani, titulado Ilustrísimos señores, compuesto por una recopilación de cartas que escribió a personajes históricos, reales o no, el que luego llegaría a ser papa Juan Pablo I, de tan breve pontificado.

Comienza aquí, pues, mi blog epistolar. Espero que sea de vuestro agrado y recordad que también a mí me gusta recibir correspondencia de vez en cuando. Sed felices.