«El
dramaturgo que subordina sus personajes a la trama,
en
vez de subordinar la trama a sus personajes,
es
culpable de un pecado mortal».
(Howard Lawson, “The Inn of
Tranquility”)
■ Séptimo
peldaño: LOS PERSONAJES.
¿Por qué Shakespeare
es y debe ser considerado el mayor autor dramático de todos los tiempos? ¿A qué
se debe su universalismo? ¿A sus argumentos? Tal vez, aunque, como ya hemos
visto en alguna otra entrada de este blog, tenía tendencia a tomar prestadas tramas ajenas y muy pocas de sus historias
eran realmente originales puesto que ya habían sido tratadas anteriormente.
¿Por la grandeza de su lenguaje? Ciertamente, aunque entonces solo lo sería en
los países anglosajones y leído en inglés. La verdadera respuesta a la pregunta
sobre su enormidad es: por sus personajes. «El
doctor Johnson fue el primero que vio y dijo dónde residía la eminencia de
Shakespeare: en una diversidad de personas. Nadie, antes o después de él, hizo
tantas individualidades separadas». La cita es del gran crítico literario norteamericano Harold Bloom, que
acostumbra a afirmar que Shakespeare
inventó lo humano. Nadie antes que el bardo inglés —excepto quizás Geoffrey Chaucer con algunos de sus
personajes de “Los cuentos de Canterbury”—
había abundado tanto y tan bien en la personalidad interior del ser humano. En
líneas generales, podríamos decir que no existe narración posible ni diálogos
verosímiles sin personaje potentes y creíbles.
Dicen algunos críticos patrios que en España, a
diferencia de Estados Unidos, se escriben malos diálogos. Yo no puedo estar de
acuerdo, claro, con esta evaluación. Pero sí sé ciertamente que, para poder
dialogar bien, solo existe un secreto:
CONOCER PERFECTAMENTE AL PERSONAJE QUE
HABLA
Pero muchos guionistas no conocen tan íntimamente como
debieran a sus personajes, incluyendo sucesos y acontecimientos de su vida
anterior (e interior) que nunca se van a mostrar en el guion. Por eso, una vez
concluido el tratamiento —o en paralelo a este—, antes de comenzar a escribir
los diálogos, hay que realizar un profundo trabajo de aproximación a nuestros
personajes.
Personajes, acción y conflicto, entrelazados, constituyen
la base de la estructura dramática de nuestros guiones. Si los personajes están
mal definidos la tendencia será que todos hablen igual. Cuando los definimos
bien, los personajes parece que terminan hablando “solos”.
Está
claro que, a estar alturas del proceso, sabemos quiénes son nuestros personajes,
especialmente los protagonistas de nuestra historia, pero mientras no
profundicemos en ellos los percibiremos como un iceberg: solo veremos lo que
flota sobre la superficie, es decir, alrededor de 1/8. Para visualizarlos completamente
y ver lo que hay debajo, debemos zambullirnos en su estudio y definición.
Cada
personaje tiene un exterior y un interior. Syd
Filed afirma que su exterior es todo lo que contamos en la narración y que
se revela, casi exclusivamente, a través de la acción. Su interior, pues, será todo
aquello que supongamos que le ha acontecido antes del tiempo presente narrado
en el guion y que conforma su carácter actual. En cualquier caso, recordad que:
EL PERSONAJE ES LO QUE HACE
Dimensión tridimensional
del personaje.
Se
suele decir que cuando un personaje está bien diseñado es tridimensional. Lajos Egri, para la elaboración de la
estructura básica (bone structure) del personaje, procede a la
construcción de lo que denomina el diseño de sus tres dimensiones:
-
Física/fisiológica
(sexo, edad, peso, altura, defectos, deformidades, enfermedades, etc.)
-
Social
(clase social, ocupación laboral, educación, religión, raza, etnia,
nacionalidad, filiación política, etc.)
- Psicológica (historial familiar, vida y
gustos sexuales, autoestima, actitud frente a la vida, habilidades, cualidades,
etc.)
La
descripción del personaje nos ayudará también a enfrentarnos a la página en
blanco, pero no hay que encerrarse en dicha descripción ni obcecarse con ella e
intentar meter con calzador en el guion todo lo que vamos descubriendo sobre
nuestros héroes y heroínas, porque es solo una herramienta para mejorar sus
diálogos y para hacerles crecer en ideas y motivaciones.
Diseño del personaje.
Nuestros
personajes de ficción son como la criatura de Frankenstein, es decir, hechos de
múltiples pedazos y trozos de otros personajes y arquetipos tanto reales e
históricos, como ficticios o mitológicos, e incluso de fragmentos de nuestra
propia personalidad.
Las
herramientas que yo utilizo para conocer y diseñar a mis personajes son dos: la
biografía y el test de personalidad.
A
todos los personajes protagonistas y principales les construyo una biografía lo
más exhaustiva posible. Esta biografía, junto con su definición tridimensional,
constituye lo que se denomina construcción
esencialista del personaje.
Pero
también hay existe lo que se ha dado a llamar construcción dinámica del personaje, aquella que lo define en
función de sus actividades, transformaciones, crecimiento a través de la
historia, formulación de motivos e intenciones, etc.
Dicen
que los autores norteamericanos suelen poner mayor énfasis en los aspectos
dinámicos y los autores europeos en la preocupación por la esencia del
personaje.
En
cualquier caso, esta biografía debe incluir todas y cada una de las cualidades
relevantes que lo configuran, en los planos fisiológico, psicológico y social,
pero también su punto de vista, su singularidad. Para ello debemos conocer su
contexto (véase la siguiente figura).
También es importante cuidar a los personajes secundarios
y que estén bien dibujados. Personalmente me gusta que todos los secundarios
tengan su momento de protagonismo en nuestra película. Todos los buenos guiones cuidan a sus
personajes secundarios, aunque solo tengan un par de frases y poco más. Hay
innumerables ejemplos de lo que digo, pero uno modélico es el replicante Roy
Batty (Rutger Hauer) con su minuto
de gloria al final del thriller fantástico “Blade
Runner” (Riddley Scott, 1982), en el que pronuncia ese monólogo inolvidable
que todos los que hemos visto la película jamás olvidaremos: «Yo he visto cosas que vosotros no creeríais:
atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la
oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en
el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir».
Eso es amor a los personajes. Y, como buenos guionistas,
padres y madres de todos los personajes que hemos concebido y parido, debemos
amarlos a todos por igual.
Como muchas veces no disponemos del tiempo ni energías
suficientes para construir biografías para los secundarios, os aconsejo al menos
hacerles responder a un test de personalidad, de esos que hacen preguntas aparentemente
frívolas como “mejor virtud, peor
defecto, cualidad que le gusta/necesita de un hombre, cualidad que le
gusta/necesita de una mujer, aficiones en ratos libres, lo que más admira, lo
que más detesta, qué se llevaría a una isla desierta” y otras por el
estilo. Os sorprenderá lo mucho que aprenderéis de ellos.
Si escribís en un buscador “test de personalidad” os
aparecerán centenares de cuestionarios similares. Lo importante es que
recordéis que no sois vosotros los que estáis respondiendo, sino vuestros
personajes, por lo que es vital conseguir meterse en su piel y contestar como
lo harían ellos para conocerlos lo mejor posible.
Cuanto
más sinceros seamos al responder a estos cuestionarios y cuanta más profusión
de detalles suministremos en las respuestas, más conoceremos a nuestros
personajes. Cuando podáis responder a todas estas preguntas (y a cualesquiera
otras que se os ocurran) conociendo el por qué de cada respuesta, estaréis
preparados para hacer hablar a vuestro personaje.
Algunas consejos que no
conviene olvidar.
Recordad,
además, que el público suele admirar y empatizar más con un personaje por lo
que intenta conseguir que por lo que finalmente acaba consiguiendo.
Los
protagonistas siempre hacen avanzar la acción.
Los
protagonistas requieren antagonistas, cuanto más atractivos mejor. Hitchcock decía que cuanto mejor era su
“malo”, más incitaba al “bueno” a mejorar.
A
nuestro protagonistas debemos complicarles la vida continuamente, pensando qué
obstáculos tendrán que superar y qué consecuencias conllevan esos obstáculos.
Siempre
hay que preguntarse qué quieren, por qué, para qué, qué motivaciones tienen,
etc.
Los
protagonistas deberían estar siempre apoyados por secundarios que realcen y afirmen
su protagonismo.
Por último, mi recomendación es conocer lo máximo posible a nuestros
personajes, pero no es necesario utilizar después todo el material que hayamos perfilado.
También hay que dejar espacio para que el director y los actores acaben de
construir al personaje. En muchos casos es mejor sugerir que concretar
demasiado.
Propuesta de ejercicios:
Con dos de los personajes principales de vuestro guion, construid una biografía desde su nacimiento y definid las dimensiones fisica-fisiológica, social y psicológica de cada uno de ellos, siguiendo el modelo de Lajos Egri.
¡Ya falta menos! Dentro de siete días hablaremos de cómo hacer hablar a vuestros personajes: el diálogo. Mientras tanto, os deseo una fructífera semana. ¡Sed felices!
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