Desde hace mucho tiempo tengo la costumbre de ver (casi) todas las navidades dos clásicos que consiguen hacerme saltar las lágrimas. Los veo repetidamente para comprobar si, con el transcurso de los años, sigo teniendo esa misma ingenua capacidad pueril de continuar emocionándome. Uno es "It´s a wonderful life" (¡Qué bello es vivir!, Frank Capra, 1946), que visiono la tarde o noche del 24 o 25 de diciembre. El otro me lo reservo para nochevieja o el día de año nuevo. A mi juicio, la película con uno de los guiones más redondos de la historia del cine. Me estoy refiriendo, por supuesto, a "The apartament" (El apartamento, Billy Wilder, 1960). Dos historias amargas y llenas de tristeza, a ratos incluso algo crueles, que, sin embargo, elevan el espíritu e incluso nos hacen reír. Y llorar.
De "El apartamento" me gusta absolutamente todo. Pero hay una secuencia fascinante que siempre consigue tocarme el corazón hasta evanescerlo con la gracilidad de una pompa de jabón. Es la carrera que se echa Fran Kubelik (Shirley MacLaine) cuando, la noche de fin de año, decide romper con su pasado monótono, cansino, rutinario e infeliz —que aquí representa Jeff D. Sheldrake (Fred MacMaurray)—, y abrazar el futuro impredecible pero esperanzador que le ofrece Bud, o sea, Calvin Clifford Baxter (Jack Lemmon). Sin duda, toda una metáfora de los propósitos de Año Nuevo —New Year Resolutions, que dicen los norteamericanos—. La muerte del pasado y, con él, de todas esas cosas que nos desagradan y que añaden cargas innecesarias en nuestra mochila vital, y la resurrección del futuro, para estrechar entre nuestros brazos todos esos pequeños proyectos que siempre vamos posponiendo y que son las que realmente sabemos que nos harían felices.
La música ayuda a provocar esa sensación de ebria zozobra, claro. Sé que hay combinaciones cuasi matemáticas de notas que provocan que algo indefinible se revuelva en nuestro interior sin poder evitarlo. A mí me pasa a menudo, cuando escucho "La marsellesa", por ejemplo, en la escena de "Casablanca" (Casablanca, Michael Curtiz, 1942) en la que Victor Laszlo (Paul Henreid) pide a la orquestina del Rick’s que la interprete. O en muchas arias de Puccini —como ‘Nesum Dorma’ de “Turandot” o ‘E lucevan le stelle’ de “Tosca”, entre otras—, ese genio toscano que sin duda conocía el secreto de cómo perforar el ánimo con la sutileza de una partitura.
En ambas películas navideñas suena al final la archiconocida canción "Auld Lang Syne" (Old Long Since), que se podría traducir como "Por los viejos tiempos". Sí, esta noche lo suyo es brindar sin nostalgia por los viejos tiempos, esos que no volverán, imposibles ya de recuperar. Pero, a continuación, romper con ellos sin añoranza y salir corriendo, como Fran, a ceñir las riendas de esa nueva vida que comienza cada día, cada amanecer, y que nos está esperando ahí fuera mientras una voz interior nos susurra al oído, como el profesor John Keating (Robin Williams) en "Dead Poets Society” (El club de los poetas muertos, Peter Weir, 1989): «Carpe diem, no malgastes tu vida».
Oportunamente esta noche el canal TCM ha programado "El apartamento" para las 22:00 h. Como la película dura 2 horas y 5 minutos, calculo que a las doce en punto de la noche, mientras aquí estén tañendo las campanas que anuncian el nuevo año, en la película estará sonando esa vieja canción y, también en la ficción, la Srta. Kubelik estará despidiendo su pasado y precipitándose alocadamente a través de la noche, con su corto flequillo al viento, hacia el futuro anhelado, para darle la bienvenida a su nueva existencia. Desde luego, será un momento mágico. ¡Enhorabuena a los programadores!
Por si acaso preferís tomar las uvas, aquí os dejo el final. Disfrutadlo pero, sobre todo, disfrutad de vuestra vida, la que siempre habéis deseado vivir y, quizá, hasta hoy, no os habéis atrevido.
Feliz año nuevo! Sed muy felices! ;)
La música ayuda a provocar esa sensación de ebria zozobra, claro. Sé que hay combinaciones cuasi matemáticas de notas que provocan que algo indefinible se revuelva en nuestro interior sin poder evitarlo. A mí me pasa a menudo, cuando escucho "La marsellesa", por ejemplo, en la escena de "Casablanca" (Casablanca, Michael Curtiz, 1942) en la que Victor Laszlo (Paul Henreid) pide a la orquestina del Rick’s que la interprete. O en muchas arias de Puccini —como ‘Nesum Dorma’ de “Turandot” o ‘E lucevan le stelle’ de “Tosca”, entre otras—, ese genio toscano que sin duda conocía el secreto de cómo perforar el ánimo con la sutileza de una partitura.
En ambas películas navideñas suena al final la archiconocida canción "Auld Lang Syne" (Old Long Since), que se podría traducir como "Por los viejos tiempos". Sí, esta noche lo suyo es brindar sin nostalgia por los viejos tiempos, esos que no volverán, imposibles ya de recuperar. Pero, a continuación, romper con ellos sin añoranza y salir corriendo, como Fran, a ceñir las riendas de esa nueva vida que comienza cada día, cada amanecer, y que nos está esperando ahí fuera mientras una voz interior nos susurra al oído, como el profesor John Keating (Robin Williams) en "Dead Poets Society” (El club de los poetas muertos, Peter Weir, 1989): «Carpe diem, no malgastes tu vida».
Oportunamente esta noche el canal TCM ha programado "El apartamento" para las 22:00 h. Como la película dura 2 horas y 5 minutos, calculo que a las doce en punto de la noche, mientras aquí estén tañendo las campanas que anuncian el nuevo año, en la película estará sonando esa vieja canción y, también en la ficción, la Srta. Kubelik estará despidiendo su pasado y precipitándose alocadamente a través de la noche, con su corto flequillo al viento, hacia el futuro anhelado, para darle la bienvenida a su nueva existencia. Desde luego, será un momento mágico. ¡Enhorabuena a los programadores!
Por si acaso preferís tomar las uvas, aquí os dejo el final. Disfrutadlo pero, sobre todo, disfrutad de vuestra vida, la que siempre habéis deseado vivir y, quizá, hasta hoy, no os habéis atrevido.
Feliz año nuevo! Sed muy felices! ;)