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lunes, 30 de abril de 2012

Carta a todos los que participasteis en los premios Mestre Mateo 2011



Ante todo, muchas gracias a todas/os!

Tuve la inmensa satisfacción de conocer hace unos años al gran Fernando Fernán-Gómez con el que pasé una de las tardes más emocionantes e ilustrativas de mi vida. Durante las tres horas que duró la tertulia, regada con unas cervezas (las suyas sin alcohol y las mías con todo su lúpulo y demás ingredientes...), saqué numerosas enseñanzas que he tratado de ir aplicando en mi día a día tanto profesional como personal.

La primera de ellas surgió cuando, viéndome nerviosos ante el inminente rodaje de mi primera película de largometraje con actores, me espetó: "No estés nervioso, que dirigir dirige cualquier gilipollas... lo único de lo que tienes que preocuparte es de elegir una buena historia y rodearte de un gran equipo".

¡Sabio consejo! Eso es lo que trato de hacer siempre desde entonces. Y, esta vez, para dirigir la gala de los premios Mestre Mateo 2011 me rodeé de tres de los mejores guionistas que conozco: José Antonio Pastor, Beatriz Iso Amaia Ruiz, con los que escribí los textos de la gala que, con la ayuda también de Jorge Coira (y numerosas aportaciones más de diversos miembros del equipo) quedaron redondeados.

Pero el mayor de mis éxitos como director es haber estado rodeado del mejor de los equipos posibles, unos con el humilde mérito de haber sido elegidos por mí, pero otros incluso con la enorme suerte de haber sido propuestos por terceras personas y haber encajado tan bien.

Quiero dar las gracias, por orden de aparición, en primer lugar al equipo de la Academia capitaneado por la siempre inestimable y única María Liaño, junto con Sara Horta y el concurso de Marisela y Ana a la cabeza. Al equipo de producción (doblete de María y Sara) con la encomiable "primera vez" (en galas) de la jefa de producción Miriam Devesa (seguro que ya se le ha metido el gusanillo del "vivo y directo" en el cuerpo...). 

Por supuesto, también al equipo de dirección comandado por la inmensa Lorena Vilas, fogueada (ella sí) en mil batallas parecidas, cuya presencia me da tal tranquilidad y relax que hace vergonzoso llamar "trabajo" a mi oficio (debería ser "placer").

Mis felicitaciones para todo el resto de los integrantes del estos equipos, ayudantes, auxiliares y también meritorios, especialmente a los venidos de mi querida escuela de Imaxe e Son de A Coruña, cuya labor es fundamental en este tipo de eventos. Y al magnífico equipo de protocolo de Trevisani, con sus azafatas, azafatos y demás, así como al equipo de prensa con Lorena y Esmeralda entre otros.

A los equipos artísticos que supieron traducir y materializar físicamente mis ideas y muchas veces anticiparlas o rebatirlas y, siempre, mejorarlas. Como fue el caso de Antonio PereiraChicha BlancoSaturna e Iria López, y sus respectivos enormes e indispensables equipos de arte, maquillaje, peluquería, vestuario y diseño gráfico y edición de video. Asimismo, no puedo olvidarme de la parte musical con las adaptaciones realizadas por Arturo Kress y Tito Barbeito y sus colaboradores, gracias por poner banda sonora a los premios. Requiere mención especial y en mayúsculas Mercedes Suárez, nuestra gran Chedes, que convierte en hermosas coreografía hasta el último de mis pensamientos y mucho más allá. A ella y a todos sus niñas/os y chicas/os de la escuela Druida de danza y del Centro Coreográfico Galego. Y por supuesto al grupo Ardora y al ballet de Danza Oriental de Mariam Argüelles, con un guiño especial para Jael y Yaya ;) 

Muy especialmente, mi más sentido agradecimiento para todos los niñas/os y jóvenes (y también para los adultos adultos) del Coro Cantábile de A Coruña. ¡Geniales! Y un abrazo muy grande a Antón "Pillabán" y Benito "Oliver" (lo hacéis mejor que los originales...)

A todo el equipo técnico de la TVG, que lo ha hecho todo más fácil y con la precisión y agilidad que requería. Gracias a sus capitanes Piñeiro (es verdad, a ver cuándo te nominamos al mejor realizador...) y Nacho. Y por supuesto a sus equipos de realización, producción, iluminación, sonido, cámaras, ayudantes, regidores, editores, etc, etc (no me sé todo el organigrama). Solo deciros que ya he visto la retransmisión y habéis estado geniales. Gracias también a los equipos directivos de CRTVG.

Ni que decir tiene, debo trasladar mi agradecimiento más emotivo a todos y cada uno de los actores, actrices y comunicadores y directivos que han colaborado con nosotros entregando premios, ¡muchas gracias por vuestra gentileza, oficio y generosidad! Con la mención especial a Luis Tosar que, además de entregar premios, se marcó cante y baile en un maravilloso registro de productor-judio a lo "hermanos Weinstein"...

Y dejo para el final a la gran protagonista de la noche, la absoluta todoterreno María Castro, que no tiene nada que envidiar a las estrellas más brillantes del firmamento audiovisual internacional porque, además de que llegará tan lejos como ella decida llegar, es una de las personas más maravillosas, entrañables, profesionales y generosas que se han cruzado en mi vida. Gracias, María. Estoy en deuda contigo.

Gracias, en fin, a toda la junta directiva de la Academia, con Antonio Mourelos y Emma Lustres al frente. A todos los patrocinadores que, aún en tiempos de crisis, han hecho posible el evento, Secretaría Xeral de Cultura, AGADIC, Concello de A Coruña, Diputación de A Coruña, SGAE, AISGE, GADIS, y todas y cada una de las empresas, instituciones y marcas que han colaborado. 

Y no quiero olvidarme de los políticos y autoridades presentes en la sala, como el Conselleiro de Cultura Xesús Vázquez, el alcalde de A Coruña Carlos Negreira, Francisco Cerviño (PSOE), Ana Portón (BNG), entre otros muchos, que aceptaron nuestras bromas y chascarrillos con el mejor sentido del humor, lo que sin duda les engrandece y honra.

Y para todos los que me habré olvidado de mencionar, que serán muchos, muchas gracias también.

Enhorabuena a todos los premiados y candidatos y al público del patio de butacas. ¡Somos un sector grande! Gracias, gracias y más gracias.

Con todos vosotros da gusto dirigir porque (efectivamente, don Fernando) así lo puede hacer cualquier gilipollas   ;)

Un abrazo grande a todos! Sed felices.

sábado, 14 de abril de 2012

Un viejo amigo

Querido Guillain-Barré:

Antes de nada convendría explicar quién eres. Pero en vez de extenderme en ello, dejo aquí un enlace a tu entrada en la omnipotente y sapiencial Wikipedia para que quien tenga interés se informe. Realmente tú y yo, después de tres encuentros en los últimos 4 años, nos hemos convertido en viejos amigos. Quizá amigos de esos que, como en las películas de John Ford, necesitan medir sus fuerzas de cuando en vez dándose unos sanos mamporros y tomando después, con el cuerpo magullado, unas buenas pintas de cerveza para celebrarlo. Ese símil se me ocurrió esta misma semana cuando, desde la cama de la planta del hospital, veía en TVE —lo único positivo de sus recortes presupuestarios es que nos vamos a hartar de ver películas clásicas antiguas— la película El hombre tranquilo del mencionado Jack Ford. La relación que se establece entre Sean Thornton (John Wayne) y Will Danaher (Victor McLaglen), hombres rudos de corazón blando, futuros cuñados y vecinos colindantes en los alrededores de Innisfree, es una relación parecida, de amor-odio, de mutua admiración-desconfianza, de respecto-rivalidad. Tercos ambos hasta la saciedad, no queda otra que solucionar sus diferencias a puñetazos, aunque entre torta y torta haya tiempo para soplar unos whiskys y cantar lindas canciones irlandesas en una muestra inequívoca de exaltación de la amistad.

Así andamos tú y yo: me gusta pensar que yo soy Thornton, un hombre tranquilo (quienes me conocen saben que lo soy, excepto cuando dejo de serlo, claro…) y tú el violento y pendenciero pelirrojo Danaher. Y, a la que me despisto, cabrón, me atizas sorpresivos golpes que siempre me pillan desprevenido y dan con mi maltrecho cuerpo en la lona. Al final, como en el chiste, no siento las piernas. Pero luego te confías y yo (no olvides que Thornton era boxeador), gracias sobre todo a la ayuda de los neurólogos que me tratan y a una buena dosis de inmunoglobina en vena que, como la poción mágica de Asterix o las espinacas de Popeye, me devuelven el vigor, consigo reponerme. Con lo que me levanto y te arreo de entrada una buena patada en la entrepierna (juego sucio, sí, pero en el amor y en la guerra vale todo…), para terminar en una lucha cuerpo a cuerpo hasta que te vas. Pero siempre una pelea sin acritud, con admiración, sabedor de que tal vez más adelante, más tarde o más temprano, volverás, como los viejos amigos, que siempre lo son aunque pasen mucho tiempo sin verse. O no, quién sabe. El caso es que tenía que decírtelo: eres un cabrón que siempre llega en el peor momento, cuando más lío tengo… O quizá llegas precisamente por eso, porque tengo mucho lío y el estrés también influirá lo suyo. Pero sé que siempre acabas yéndote, lo cual te agradezco. Tus visitas se han convertido en lapsos de tiempo para descansar entre la vorágine de actividad que últimamente destilo. Y, hablando de destilar, ¡maldita sea!, acabaré contigo, una vez más, y después nos tomaremos unas pintas de Guinness y un whisky, todo junto. Un submarino. Aprovecho para dar las gracias a mi neuróloga, a todos los médicos que me han tratado, junto con las enfermeras y celadores, tanto del ambulatorio, como de urgencias, como de la planta 7º de neurología del CHUAC. Y por supuesto, mi agradecimiento por todas las muestra de afecto que estos días estoy recibiendo. En unos días estaré de nuevo a pleno rendimiento. Estáis todos invitados a unas pintas. Después cantaremos lindas canciones gallegas.

Salud y sed felices.