Selfie con Armen, mi traductor de ruso en Moscú.
Hoy escribo desde mi hotel en Moscú a donde he regresado,
después de haber visitado la ciudad hace solamente un mes, para participar con “Arrugas”
en el 7º Disability Film Festival. Llegué ayer y hoy por la mañana participé en
una mesa redonda que trataba de dilucidar cómo el cine puede ayudar a romper
las barreras sociales asociadas a supuestas “discapacidades” físicas o
psíquicas y al envejecimiento. Altamente interesante. Afortunadamente, la
organización había convocado a Armen, un traductor armenio —que aprendió
español trabajando varios años en Buenos Aires— y que ya me tradujo la última
vez que estuve en Rusia.
Después del debate, Armen se ofreció a enseñarme algo de
esta grandiosa ciudad y yo acepté de buen grado. Paseando por varias de sus
largas avenidas, descubrí el antiguo edificio de la KGB (hoy oficina del
presidente), enfrente del edificio de los viejos Soviets, antiguo parlamento.
Estaban unos frente a otros porque los Soviets vigilaban a la KGB y la KGB a
los Soviets. Muy edificante e ilustrativo. Deberían
poner también en España al CNI (Centro Nacional de Inteligencia) enfrente del
Congreso, a ver qué tal ;)
Parte posterior del antiguo edificio de la KGB.
Después de comer, cruzando la plaza de Slavyanskaya, nos
detuvimos delante de un monumento erigido en honor de los hermanos Cirilo y
Metodio —en ruso: Кирил и Методий— misioneros
que predicaron la palabra de Dios a los eslavos allá por el siglo IX y que hoy
son patronos de Europa, doblemente santos por las Iglesias católica y ortodoxa.
Por cierto, aquí se celebra su día el 14 de febrero, como san Valentín.
Monumento a los hermanos Cirilo y Metodio en Moscú.
Pero hay más, resulta que estos santos consanguíneos, para
poder enseñar la Biblia a las gentes del lugar, se inventaron un alfabeto que
precisamente heredó su nombre del pequeño de la familia, Kiril —Cirilo— y de
ahí “alfabeto cirílico” o ruso (en ruso: русский алфавит).
En realidad, estos buenos hombres, lo que hicieron fue
asignar símbolos que habían aprendido en Tesalónica y Grecia al alfabeto latino
de toda la vida.
Mientras continuábamos nuestro paseo, me fijé que debajo de
las señales de STOP aparecía la palabra “стоп”. “Es decir” —pensé— “la C es una
S, la T y la O son lo mismo y la п es una P”. Efectivamente, Armen me explicó
la equivalencia de varias letras. Traté de memorizar alguna y, de allí a un
rato, tuve una epifanía.
Yo llamo “epifanías”, a esos momentos mágicos en los que
creo tener una visión, una aparición (como cuando se me ocurre una gran idea
para resolver un guión), algo así como la que debió tener Pablo cuando se cayó
del caballo camino de Damasco, pero sin connotaciones religiosas, aunque sí
igual de espirituales.
¿Os preguntaréis qué fue? Pues de repente leí un cartel
que rezaba textualmente “ресторан” y comprendí que allí ponía “restaurante”. Me
causó tal emoción que comencé a fijarme en todos los carteles que me encontraba
al paso para transcribir las pocas letras que me había aprendido, preguntando las
que aún no sabía a Armen.
Momento en el que tuve mi epifanía, con la visión del letrero de este restaurante.
Así comencé a “leer” ruso: “тариф” (tarifa), “кредит”
(crédito), “нотариус” (notario). En realidad, lo único que estaba haciendo era
sustituir las letras del alfabeto ruso por sus correspondientes en el abecedario
latino y echarle imaginación. Si observáis la tabla de equivalencias podéis
hacerlo vosotros mismos.
Cuadro de equivalencias del alfabeto ruso al latino.
Por usar los ejemplos que he empleado en esta entrada del blog:
Кирил и Методий = Kiril i
Metodiy = Cirilo y Metodio.
русский
алфавит = russkiy alfavit = alfabeto ruso.
тариф = Tarif = tarifa.
кредит = Kredit = crédito.
нотариус = Notarius = Notario.
ресторан = Restoran = Restaurante.
Y lo bueno es que se pronuncia como en latín, es decir, “ресторан”
se pronuncia “ristoran”, casi como en italiano.
Claramente, aquí pone NOTARIO...
En fin, que le fui leyendo en voz alta al bueno de Armen, todo
cuando “reconocía” escrito en cirílico. Tan emocionado estaba que, al final de
la tarde, aunque él se empeñaba en acompañarme de nuevo al hotel por si me
perdía, decidí viajar solo en el METPO hasta mi parada, cuyo nombre ya sabía
leer: “рижская”, o sea, “Rijskaya”, supongo que algo así como ¿“la calle (kaya)
de Riga (capital de Letonia)? Genial! Vamos, ¡que tampoco es tan difícil el
ruso!
El impresionante metro de Moscú, con algunas estaciones ¡por debajo de los 500 metros!
Ya puedo decir que me he perdido en el metro de Londres pero
no en el de Moscú. Mañana más. Sed felices! ;)
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