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sábado, 4 de octubre de 2014

DE NUBES Y CLAROS


Cualquier lugar es bueno para escribir. Yo prefiero hacerlo en mi despacho, delante de mi ordenador y en zapatillas. Pero, en realidad, para escribir solo hay que tener ganas. Sin apetito la comida no entra. Sin hambre de letras las palabras no salen. No obstante, existen críticos gastronómicos, por ejemplo, que se verán obligados a comer incluso sin deseo alguno. Pero, ya lo dice el refrán: "El comer y el rascar, todo es empezar". De la misma forma, cuando escribir se convierte en un oficio, también hay que hacerlo todos los días y en eso consiste precisamente el trabajo. En escribir aunque cueste porque, pronto, con el primer paso, estarás caminando. O, como ironizó el excelso Cervantes en El Quijote: "El comenzar las cosas es tenerlas medio acabadas."

Hoy, por ejemplo, escribo en una terraza, mientras me tomo el primer café de la mañana -¡bendito estimulante!-, a las teclas virtuales de una tableta. Pero podría hacerlo a bolígrafo sobre una servilleta de papel, a pluma en una libreta de notas o con mis dedos bailando claqué sobre el teclado de un portátil.

Durante más de dos años he estado colgando fotos de amaneceres en mi muro de Facebook. Lo he hecho por varias razones. La primera, obvio, porque mi habitación tiene vistas a la salida del sol. La segunda porque, teniendo la oportunidad, el espectáculo va creando la necesidad. La tercera porque suponía una forma fácil de dar los buenos días a todos mis seguidores y lectores, deseándoles felicidad. Y, por último, porque la contemplación de cada amanecer me daba la oportunidad de comenzar a escribir, siempre con una reflexión distinta cada vez. El primer paso para echar a andar o, por decirlo de otra manera, mi forma de rascar para empezar. De rascar el cerebro para empezar a activarlo.

La foto es del alba de hoy. De ver tantos amaneceres he llegado a la conclusión de que los de días grises y plomizos, totalmente encapotados, son los más aburridos y tediosos. Pero los de días despejados, sin una sola nube, son también todos iguales y sin mayor interés. Solamente aquellos salpicados de nubes, como pinceladas de colores en los óleos de Van Gogh, son siempre originales y distintos, únicos e irrepetibles. Creo que la vida también es así, siempre tiene más interés cuando hay que luchar por resolver los problemas, grandes y pequeños, cotidianos o extraordinarios, del día a día. No sé. Pero lo que sí sé -y esto es una verdad absoluta- es que, para escribir, siempre luchas con oscuros nubarrones buscando los claros y la luz. De hecho, cualquier tema que trates vendrá acompañado de un conflicto, una mancha, un obstáculo, un punto de giro, un pero, objeción, dificultad, defecto, grano o lunar. O muchos. Algunas veces son sutiles, otras intrincados y complejos, pero nuestra tarea al escribir será resolverlos de alguna forma.

Decidme, y sed sinceros, ¿a quién le interesaría la historia de Romeo y Julieta si no fuera porque sus familias estaban enemistadas? Nuestra tarea será intentar resolver el problema al final de la obra. Ya, pero Romeo y Julieta se mueren, me diréis. Sí, es cierto, pero su amor -más poderoso que la ejemplarizante muerte- conseguirá reconciliar a Montescos y Capuletos antes de que caiga el telón.

Sed optimistas y dad el primer paso, porque, ya lo dijo don Antonio Machado, "no hay camino, se hace camino al andar".

Sed felices! ;)

lunes, 29 de septiembre de 2014

LA ESCALERA DE PAPEL


Quitarse de Facebook o de Twitter es como quitarse de fumar: tienes más ansiedad mientras fumas y piensas en dejarlo que cuando lo has dejado definitivamente. Además, para los que les cueste, siempre hay sustitutivos como los parches de nicotina para el tabaco o un buen blog, donde puedes escribir cuando te apetece sin la inmediatez y la presión de los likes que la gente deja tan amablemente. Tenía tanta necesidad de dejarlo como el fumador hastiado en abandonar su vicio. Hace ya meses que me di cuenta de que perdía muchas horas al día en las redes sociales. Casi tres mil "amigos" en FB y mil y pico followers en Twitter suponen muchos me gusta, muchos comentarios, muchos retuits o favoritos que, por educación, siempre he tratado de contestar. Para colmo, debido a mis viajes, parte de esos seguidores lo son en otros continentes, con otros husos horarios, y muchas de las notificaciones (aunque en silencio) llegaban a horas intempestivas. Ni que decir tiene que, aunque no voy a cerrar mi perfil ni mis cuentas, las he desactivado definitivamente del móvil. Minuto a minuto, al cabo del día eran muchas horas robadas al trabajo o al sueño. Alguna vez me pregunté cómo era posible que autores como Lope de Vega, por ejemplo, hubiesen dejado tan vasto legado -a Lope se le atribuyen 3.000 sonetos, 7 novelas, 1.800 obras de teatro y 15 hijos de hasta 7 mujeres (que se le conozcan)-. La respuesta es muy sencilla, además de ser el Fénix de los Ingenios, era un auténtico genio de pluma prolífica y promiscua -o sea, un autor fecundo en toda la extensión de la palabra- y no tenía televisión ni redes sociales en Internet.

Tengo empezadas dos novelas, una obra de teatro, un manual de escritura de guión y media docena de guiones en marcha, además de varios análisis encargados. Para colmo, mis clases y mis películas me proporcionan el placer de viajar invitado a numerosos festivales, congresos o seminarios por todo el mundo. El tiempo va pasando y el trabajo se iba acumulando y atascando.

Lo que más me gusta en el mundo es escribir y el tiempo pasa inexorablemente. Vulnerant omnes, ultima necat, reza en las esferas de los relojes. "Todas hieren -las horas-, la última mata". Y no quisiera que, cuando llegue esa última hora que me envíe a la sepultura, alguien inscriba en mi lápida: "¡Dios, qué buen tipo era, pero todo lo que ha dejado por hacer!" No, no se puede recuperar el tiempo perdido, por eso yo nunca me arrepiento de hacer cosas (aunque me equivoque y las haga mal, perdón por ello), solo me arrepiento de las que dejo de hacer. Pudiendo pecar de pensamiento, palabra y obra, pecar por omisión es el peor pecado.

Estaba atascado y no sabía cómo salir del atolladero, de modo que recurrí a mis apuntes de guión para ver qué consejos les doy a mis alumnos cuando se hallan en ese caso. ¡Y han funcionado! Por lo tanto ya no puedo decir lo de aquel cura que en la homilía aconsejaba "haced lo que digo, pero no hagáis lo que hago". No, estad tranquilos, queridos alumnos/as, podéis utilizar mis métodos, porque los he probado y funcionan. Son profilácticos contra la impotencia creativa.

Pero sobre todo no perdáis el tiempo. Escribir, escribid, ¡escribid! Solo así os convertiréis en escritores.

Y, por si os interesa, a todos aquellos/as que queráis ser guionistas, estas próximas navidades saldrá editado mi libro "Escalera de papel", una recopilación de apuntes de talleres, seminarios, másters y clases en la facultad que he recopilado desde que en el 2001, hace ya trece años, dicté mi primera lección como docente y que he ido repitiendo, ampliando, enseñando (y aprendiendo) en A Coruña, Santiago de Compostela, Pontevedra, Pamplona, Madrid, Tinduf, Río de Janeiro, Caracas, Monterrey (México) y recientemente en Santiago de los Caballeros (República Dominicana), en donde conté con la valiosísima colaboración de José Antonio Pastor y Diana López Varela, cuyas aportaciones tendrán capítulos especiales en el libro. Además de en papel, para los que estéis lejos, el libro se publicará también en Amazon e iBookStore para descargar en sus versiones de Kindle e iPad.

Así que, sin más preámbulos, me pongo a escribir. Haced lo propio. Y sed felices ;)

lunes, 16 de junio de 2014

Shakespeare and Company


Ya es 16 de junio, el Bloomsday. Toca de nuevo repasar otro trocito del “Ulises” de Joyce y pasar el día —y espero que toda la semana— escribiendo. Porque eso es lo que debe hacer quien desea ser escritor: escribir. A veces nos despistamos de este precepto tan simple porque es éste un oficio muy  fetichista, lleno de manías y lugares de culto. Por ejemplo, entre mis fetiches, tengo una pluma Montblanc con la que empiezo a garabatear a mano todo cuanto escribo, cuando arranco a trabajar en su sinopsis, trama y estructura antes de sentarme delante del ordenador. Y tengo la manía de trabajar siempre en zapatillas, en silencio, sin música ni nada que desvíe mi atención. En cuanto a los lugares de culto, hay uno especialmente querido por mí: la librería “Shakespeare and Company” de París

Shakespeare & Co. en la rue Bûcherie, frente al quai de Montebello de la rive gauche

La misma que en 1922 publicó la primera edición de “Ulises” por iniciativa de su dueña Sylvia Beach. Aunque yo sabía de su existencia —precisamente por el libro de Joyce—, la librería me la descubrió hace ahora unos doce años años, mi amiga Raquel Caleya, del Instituto Cervantes de París, y ella me presentó a su dueño, el simpático George Withman que, al saber que yo era español, me citó como el torero incita al toro para la embestida. No le embestí, no, me reí y compré una edición en inglés de "El sueño de una noche de verano" que un año más tarde (entonces aún no lo sabía) adaptaría libremente al cine en lo que sería mi segunda película de animación.

Raquel y yo, con el viejo Whitman, en una foto de aquella época.

Ayer me enteré por el artículo de opinión de La Voz de Galicia de Eduardo Riestra que Withman falleció hace dos años. A su manera, también fue un mecenas. En su librería acogía y daba cobijo a aprendices de escritores, guionistas, periodistas y escribidores en general y era fácil ver a gente despatarrada por todas partes leyendo y escribiendo en el apartamento lleno de libros viejos del piso superior. En la planta baja hay también un pozo de los deseos.

Pozo de los deseos de la Shakespeare and Co.

Allí lancé una moneda para pedir mi deseo: escribir. Y, digo bien, no pedí ser escritor —esos seres raros llenos de manías y fetiches, que idolatran lugares de culto—, pedí tiempo, voluntad, perseverancia y talento para escribir. De modo que aquí estoy, intentándolo al menos y disfrutando del intento. Y hoy, como es el Bloomsday, rendiré pleitesía a Joyce —y a través de él a todos los poetas vivos y muertos que admiro—, y escribiré. Y puede que al final del día también me tome una pinta de Guinness. Espero que dentro de poco pueda renovar también mis votos en la Shakespeare and Co. Sed felices! ;)

jueves, 28 de noviembre de 2013

Thanksgiving Day & Beaujolais Noveau

Tradicionalmente el tercer jueves del mes de noviembre, es decir, hace hoy una semana, llega a Francia la nueva cosecha del vino Beaujolais. La primera vez que yo visité París, en un viaje de 4 días como premio por haber ganado un concurso literario de cuentos, era también un tercer jueves del mes de noviembre y allí descubrí entusiasmado que le Beaujolais Noveau est arrivé. Aquí difícilmente se puede encontrar hasta por lo menos una semana después. Y precisamente una semana después, es decir, hoy, cuarto jueves de noviembre, se celebra en Estados Unidos el Thanksgiving Day o Día de Acción de Gracias, donde las familias norteamericanas se reúnen para comer pavo, muchas veces acompañado precisamente de un joven Beaujolais. La verdad, me extraña que todavía no lo estemos celebrando aquí porque no en vano, gracias a la potente industria cinematográfica americana que nos ha ido colonizando poco a poco con su cultura y sus costumbres, ahora también celebramos en Europa el Halloween en vez de las tradicionales festividades de Todos los Santos y Difuntos, trasladando nuestro carnaval a esas fechas. Sí, ya sé que hay quien lo justifica diciendo que el Halloween no es más que el ancestral Samaín celta que inicialmente fue llevado de aquí para allí... Pero es que también la primera celebración de Acción de Gracias -agradecimiento por las buenas cosechas-, fue llevada a cabo por primera vez en el Nuevo Mundo, sobre el territorio que después sería EE.UU., por los españoles, el 8 de septiembre de 1565, en el fuerte San Agustín, actualmente Saint Augustine, en el estado de Florida. Así que ya veis, también fue de aquí para allí. Claro que para dar gracias y comer pavo (o capón de Villalba), no hace falta esperar al cuarto jueves del mes de noviembre. Para beber el Beaujolais Noveu, si no es en París, sí. Muchas gracias. Sed felices! ;)

sábado, 23 de noviembre de 2013

Homenaje

Por un lado tenemos a Ortega y Gasset que decía: "yo soy yo y mis circunstancias". Por otro a Sartre que, en la misma época, postulaba: "somos la suma de nuestros propios actos". Si unimos ambas afirmaciones podríamos sentenciar: "yo soy yo y la suma de mis actos y circunstancias". Entendiendo tales actos y circunstancias como el conjunto de hechos y personas que se arremolinan alrededor de nuestras vidas y las atraviesan en determinados momentos para pasar entonces a formar ya parte inextricable de nosotros mismos para siempre.

Siempre lo he pensado así. Y, siendo así, cuando recibo un premio pienso que gran parte del mérito no es mío, sino de los actos y circunstancias ajenas a mi propio ser que me han hecho llegar hasta donde estoy. La verdad es que cada uno de nosotros es como es, en parte, por el contexto en que vive y por las personas que ha conocido a lo largo de su existencia y que le han influenciado de alguna manera. Yo soy así, con mis escasas virtudes y mis muchos defectos, para lo bueno y lo malo, porque nací, me crié y vivo en la época y en los lugares que me han tocado en suerte y porque he conocido a toda la gente que ha pasado por mi vida y que de una forma u otra ha influido en mí desde que vine al mundo: familia cercana y lejana, profesores, compañeros de colegio, colegas de la mili, jefes, empleados y compañeros de trabajo, parejas y exparejas, alumnos y exalumnos, amigos -incluidos los de las redes sociales- y examigos, personas magníficas y auténticos cabronazos (que de todo te encuentras), admiradores e ídolos, conocidos y gente anónima que un día rozaron tu vida apenas unos instantes, del mismo modo que también te influyen las lecturas, sueños, vivencias, experiencias, amores, desamores, éxitos y fracasos, enfermedades, locuras, aciertos, errores y demás.

Como mi cuerpo, que está compuesto por millones de átomos que ya han formado parte de otros seres y elementos del universo, todos provenientes de una primera partícula primigenia, y que tarde o temprano se descompondrá para dejar que estos minúsculos corpúsculos que hoy me constituyen vayan a integrar otros objetos y seres, así también se ha forjado mi carácter, intentando aprovechar lo mejor de quienes se han cruzado conmigo por el camino, vampirizándolos, aprendiendo, amando, mimetizándome con ellos, y también intentando darme en la medida de mi capacidad, para que algo de mí forme parte de ellos, en un intento de generosa simbiosis quid pro quo de ida y vuelta.

De modo que, cuando familia, amigos y compañeros me hacéis un homenaje, en realidad debería yo también homenajearos a vosotros porque todos vosotros sois parte de mí, razón y causa a la vez de mis presuntos logros.

Muchas gracias. Mis éxitos son los vuestros. Este es mi homenaje. Va por vosotros! Sed felices! ;)

martes, 29 de octubre de 2013

Tú, Jane


Siempre me han fascinado los personajes de Jane y Tarzán, especialmente en la película "Tarzán y su compañera" (Cedric Gibbons, 1934), que tuvo la suerte de escaparse a la férrea censura del Código Hays, que entró en vigor aquel mismo año, por lo que pudimos ver a Maureen O'Sullivan con un modelito algo más "fresco" de los que luciría en posteriores episodios de la saga.

En cierta ocasión, poco antes de su fallecimiento, le preguntaron a Macello Mastroianni qué personaje que aún no hubiera interpretado le gustaría interpretar. Respondió sin pestañear que le hubiese gustado hacer de Tarzán, pero un Tarzán con su edad, viejo y cascado, ya al final de sus días.

Y ahí nació todo, de esa pregunta: ¿cómo sería la vida de Jane y Tarzán en el otoño de su existencia, en la vejez, todavía en la selva, después de haber vivido los dos solos toda la vida, sin más compañía cada uno que la del otro y de sus Tantor, Chita y demás animales salvajes que les rodeaban? Y, sobre todo, ¿qué sucedería cuando uno de los dos estuviese a punto de irse?

Esta es la premisa con la que hace tiempo, José Antonio Pastor y yo decidimos escribir a cuatro manos la obra de teatro en tres actos que lleva por título "Tú, Jane" y, cuya revisión, estamos a punto de concluir. Es un homenaje a nuestra infancia y juventud, a nuestros anhelos, a nuestros mitos, a nuestros mayores.

Ni que decir tiene que, desde aquí, la ofrecemos a cualquier compañía de teatro que quiera leerla. Es barata: pocos actores, poco vestuario, poco decorado y atrezzo... Divertida y emotiva.

Ankawa! O sea, sed felices! :D

lunes, 28 de octubre de 2013

Día Mundial de la Animación


Hoy es 28 de octubre, Día Mundial de la Animación en el que se conmemora la primera proyección pública de una pequeña película de animación que, con su Théâtre Optique (Teatro Óptico), realizó Émile Reynaud en el Museo Grevin de París en 1892, cinco años y dos meses antes de que los hermanos Lumière hiciesen su ya famosa primera proyección de cine. Pues para celebrarlo voy a tener un día muy animado. Esta mañana, además de preparar eA Coruña, a primera hora, el preestreno de la película para televisión Todos os Santos de Chema Gagino, iré a Santiago a media mañana a una reunión de producción de Querida Gina, de Susana Sotelo, nuestro siguiente estrenoA las 16:30 h, Master Class en la Fundación TIC en Lugo para los alumnos de la Escuela de Imagen y Sonido, cuyos exalumnos participaron en el rodaje de Todos os Santos. Después, rueda de prensa en la Diputación de Lugo, seguida de un pase privado de la película para los alumnos de la escuela, visionado al que no me puedo quedar porque a las 19:30 tengo que impartir mi última clase del Obradoiro de Guión en la librería Biblos de Betanzos. Bueno, tal vez mañana sea un poco menos animado. Os deseo un fantástico lunes y una mejor semana. Sed  felices! ;)